Slam y narices rotas con Los Esquizitos

Regresan a su Alma Mater

Hay que estar en lugares no correctos, por lo regular sucede; en 1995 me fui directo al matadero: La Facultad de Psicología. En ese año conocí personalmente a Los Esquizitos, una banda que en 1994 gestaron todo un movimiento enloquecido nombrado como “surf”, el cual coincidió con la película “Pulp Fiction” de Quentin Tarantino, donde en el soundtrack retoma a Dick Dale, pionero de ese género en los 60.

De izquierda a derecha, Juan Beat, el Tio Alex, Brisa, Uilli Damge y Nacho Desorden. Foto: Juan Beat

Uno de mis asesores de tesis, el doctor Florencio Miranda Herrera, en un viaje a uno de esos congresos nice de psicología experimental en Estados Unidos, me trajo “Pulp Fiction” en región 1. La vi con Idalia, una ex novia, ella conoce bien como me enrolé con Los Esquizitos. Recién cumplidos 50 años de la facultad de Psicología de la UNAM, y gracias al doctor Hugo Sánchez Castillo, co-creador, junto con Astroman X y este no humilde reportero, del fanzine “Los Avengers”, donde se alude a la estética de los luchadores, con influencias de películas sórdidas, y géneros musicales como el jazz, surf, garage de Los esquizos y la literatura Beat, se formó un compendio de fotocopias con contenido incómodo dentro de la ñoña Facultad de Psicología.

El bálsamo fueron Los Esquizitos, los conocí gracias al Doctor Oscar Zamora, El Tío Alex guitarrista del grupo, también tenía el fanzine “Hemorroides”, Nacho Desorden trabajaba en el sistema abierto en la Facultad, el Doctor Zamora me invitó al Foro Alicia y en vivo me di cuenta que Los Esquizitos tenían un sonido brutal, con elementos de aquella música que Nacho y Uili Damage, por medio de “Radio Bestia” en rock 101 y la tienda de discos Super Sound hacían destrozar conciencias. Brisa Vázquez, baterista de la banda, fundó Tutti Frutti, un bar, un hoyo funky en los que pasaron cantidad de bandas que después fueron los que impulsaron al rock mexicano. Un simple y sencillo ejemplo, en el Tutti Frutti estuvieron Las Insólitas Imágenes de Aurora, antecedente de Caifanes.  Ahí se presentó también el guitarrista Alex Garrido, alumno de Nacho Desorden en la Facultad de Psicología y una batería arrumbada que pertenecía a Brisa los animó a formar una banda, con la cual llegaron a tocar en 15 años y demás.

En 1998 sale la primera joya del rock-surf-garage: Los Esquizitos, con la portada más icónica y que más recuerdo, un esquizito con la máscara del santo y empuñando una moto sierra, en donde retoman elementos de las películas de serie B de luchadores y de la gran cinta “Texas chainsaw masacre”. Y en este septiembre del 2023, con 29 años tocando –con sus pausas y cambios de alineación y con bandas alternas—se presentaron en donde empezó parte de su historia: La Facultad de Psicología de la UNAM

Rocco y Pacho, de La Maldita Vecindad, y Brisa, baterista de Los Esquizitos en el Tutti Frutti. Foto: Alejandro Guerrero Massad

Una facultad que en los 90 era conservadora y parecía una pasarela de modelos, obviamente, sus huéspedes se escandalizaron del fanzine Los Avengers, donde colaboró el Tío Alex, integrante de los esquizos. Pero afortunadamente todo eso se descontroló el pasado viernes 8 de septiembre. Por mi parte, los recibí con un gran abrazo, por los años que formé parte del staff de Los Esquizitos. Llegué acompañado por el conductor del programa de radio digital,  No Muy Punkx, Alfonso Morcillo, quien es gran conocedor de literatura, música, arte y hasta porno. La comunidad de la Facultad no se atrevían a empezar el slam, mientras hacía una transmisión en vivo para mi face, de repente alguien me aventó, sí, Morcillo y como diría en su libro el escritor Juanito Podrido, comenzamos a incendiar la explanada, se armó por fin el slam desde “El planeta sexual”, en algún momento me perdí entre cuerpos sudorosos y aventones y volaron mis lentes, literalmente no veo nada sin esos artefactos, me tiré al piso y a tientas intenté recuperarlos. Un slamero los recogió y me los pasó, solo sentí un codazo o manotazo y sentí el sabor de sangre en mi boca. Cautericé mi herida con un trago de scotch.

Los Esquizitos son virtuosos, sucios y atascados, antes usaban el theremín – que es un ritmo a base de frecuencias y señales eléctricas que nunca pude entender , ni usarlo–, ahora los efectos sin tanto pedal, como, me parece, abusan los guitarristas ineficientes, Alex suple a ese instrumento con riffs enloquecidos, Uilli además de ser un gran guitarrista, el showman, el que mueve a los espectadores, y qué más decir de  mi querido Nacho Desorden en el bajo –años viajando en un bocho a lugares como el stock, Rockotitlán , incluso al primer “Vive Latino”—y mi admirada Brisa, en la batería con un beat potente y directo. El playlist, desde el “Santo y Lunave”, pasando por nuevos tracks y al final mis dos favoritas: “Man or astro Alex” y “Pum pum bang bang”. Todo terminó en fiesta, lo mejor aparte de la música, el slam solo de las participantes, volaron tenis y señoritas en el piso, todo con cordialidad después, el rock puede destrozar, pero el jazz hace aventarse por la ventana…

Cuentan en los bajos mundos de la Facultad, que no saben si fuero Los Esquizitos o la banda alterna Lost Acapulco –con Uilli en vocales y guitarra, Nacho en el bajo más Warpig en la batería y “El Reverendo” en la otra guitarra—que tocaron en el “Pájaro” un bar de sexo en vivo al lado de la Arena Coliseo, en la calle de Perú. Y como les dio vergüenza del lugar, se enfundaron con mascaras de luchadores, emulando a una banda amiga de ambas bandas: Los Straitjackets.

Algún día Uilli se perdió en Oaxaca, y no hubo más que Juan Beat para suplirlo, no me lincharon y di mi primer autógrafo. Gracias Esquizitos, todo lo que sé sobre música, ha sido por ustedes.

Desde la espera lo sabía, había que descontrolar, que arrollar…

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