Aquella Navidad de 1965

Navidad en La Alameda Central en 1965 FOTO Fb Javier Quintanilla

Redacción Periscopio CDMX

La Torre Latinoamericana se yergue con sus 182 metros a nueve años de haber sido inaugurada el 30 de abril de 1956. Es la Navidad de 1965 y el aire frío que cala los huesos obliga a los paseantes de la Alameda Central a ir abrigados e, incluso, llevar esos sombreros que fueron desapareciendo poco a poco de las cabezas masculinas con el paso de los años por más que los Sombreros Tardan siguieran promocionando sus productos con el clásico slogan que aseguraba:

De Sonora a Yucatán, todo mundo usa Sombreros Tardan

México era gobernado por Gustavo Díaz Ordaz y al ex presidente Adolfo López Mateos se le comisionó  para organizar los juegos olímpicos de 1968. En el país la propaganda presumía la paz social de los priístas y años y años de crecimiento económico sostenido.

En el país vivían poco más de 37 millones de personas y, en la capital del país, se hacía sentir la mano de hierro de Ernesto P. Uruchurtu, jefe  del Departamento del Distrito Federal.

Carlos Monsiváis ya descollaba desde el suplemento de La Cultura en México en el diario El Día como el cronista de una ciudad que todavía sería, por un breve momento nomás, La región más transparente del aire, como alguna vez lo cantó el poeta regiomontano Alfonso Reyes y novelizó, también, Carlos Fuentes.

En algunos círculos de lectores avezados se elogiaba Farabeuf o la crónica de un instante, una novela que cambiaría para siempre la literatura mexicana y que había escrito Salvador Elizondo dentro del mítico sello editorial Joaquín Mortiz comandado por el exiliado republicano español Joaquín Díez-Canedo y quien fue considerado por sus colegas como “el editor por excelencia de la literatura mexicana”.

Grandes y multicolores globos son el regalo para los pequeños que representarán la explosión demográfica que tendrá el país a partir de esos años.  De pronto, como ocurre con la Fortuna, se va la tarde, se va también el camión chato que iba a La Villa junto con aquel 25 de diciembre de 1965 que quedó congelado en esta imagen que ha compartido Javier Quintanilla.

Redacción Periscopio CDMX/EB

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