Julio Alejandro Cárdenas San Antonio
Otro día, en otro momento de acercamiento, ya con menos nerviosismo, María
intentó regalarle anteojos oscuros nuevos y los rechazó, Mónica pidió que
María se retirara. Ella obedeció y, mientras lo hacía, Mónica levantó sus
anteojos y la miró detalladamente, apareció en su rostro una sonrisa tierna y
adusta, quizá era algún recuerdo vago que no duró mucho tiempo, sus ojos se
animaron con un destello y era notorio que en su interior había una batalla con
algo que no terminaba de cuajar en su mente, un indicio que insistía en
aparecer pero que por alguna circunstancia quedaba en corto circuito.
Tal vez el peso de las experiencias inenarrables y las historias indescriptibles de esos
10 años de extravío, opacaban el instante que ella buscaba en el sótano y el
arrinconado baúl de sus recuerdos allá en el municipio de Xochitepec, Morelos.
En otra ocasión, la estrategia fue acercarse de nueva cuenta a la parada de
autobús y fingir una charla espontanea entre Georgina la enfermera y María.
Usaron en esa conversación varias palabras claves de la vida pasada de Mónica, mencionaron lugares familiares y el nombre real de ella y por unos instantes consiguieron atraer fuertemente su atención. Mónica inclinó la cabeza hacia donde estaban aquellas dos personas que aludían algo que a ella le comenzaba a sacudir la
memoria y así estuvo atenta a la conversación, pero nunca intervino o volteó el
rostro para participar en el diálogo, solamente se quedó extática y la sonrisa
imperceptible volvió a dibujarse cuando escuchó la palabra: Cuernavaca.
Llegaron por fin los familiares
Días después, arribaron por fin los familiares más allegados y empáticos con la
vida de Mónica. Eran una pareja de tíos políticos, Leticia y Eduardo, a quienes
María citó en la entrada principal de Liverpool y desde ese ángulo y a distancia,
por primera ocasión luego de 10 años, volvieron a mirar a Mónica que se
encontraba sentada en la banca de la parada del autobús a un lado de
Banjercito.
La reacción natural generalizada fue de incredulidad y de negación. Les
sobrevino una turbulencia de sentimientos encontrados pensando que todo era
un burdo engaño o quizá un fraude. Sin embargo, luego de trazar la estrategia
de acercamiento similar a los días anteriores, la tía y María llegaron a su lado
siempre con el cubrebocas puesto, Leticia permaneció de pie sorprendida
hecha un manojo de nervios tensos mirando incrédula a quien podría ser su
sobrina extraviada. María comenzó entonces una charla casual, la tía escuchó de nuevo la voz de su familiar y a cada palabra se le fueron llenando los ojos de lágrimas
hasta que fueron notorias, ahí estaba parada frente a Mónica, la tía luchaba en
su mente con una confrontación entre la realidad del momento llena de
incógnitas que le carcomían y los recuerdos del pasado conviviendo con una
sobrina que había visto crecer, pero que por diversas razones ahora ya no era
la misma. La charla involucraba a la tía y María la sacó de su enfrascamiento,
indicándole con una seña que se retirara el cubrebocas y hablara, así lo hizo en
un notorio movimiento desincronizado esperando alguna reacción de parte de
Mónica al mirarla de rostro completo, Mónica solo tuvo un par de segundos de
atención y no llegó el esperado y deseado reconocimiento de aquella tía con la
que mejor se llevó.
Las palabras claves y los lugares familiares en Morelos no removieron esta
ocasión a Mónica, y hubo una reacción inesperada cuando María y la tía le
preguntaron abiertamente si Puerto Vallarta era buen lugar para divertirse en
extremo y Mónica detonó en una cascada de recomendaciones ¡pero de
Acapulco!
La tía y María recordaron que Mónica, pese a tener una personalidad en
apariencia retraída, años atrás frecuentaba con un par de amigas aquella bahía
en el estado de Guerrero y nadie sabía lo que ahí sucedía y ahora Mónica
abría brevemente una ventana a un pasado lleno de capítulos que solo ella
conocía.
De pronto Mónica volvió a pedir que María se fuera de ese lugar:
¡Contigo ya no quiero volver a hablar! le dijo enfática y María se fue quedando por unos momentos la tía que confirmó nunca ser reconocida.
Mientras todo esto sucedía, el tío de Mónica pasaba simulando ser un transeúnte cualquiera grabando con su celular el momento, cruzaba el escenario de la parada del camión y a iniciativa propia, sacaba una playera de un morral que traía en la
espalda, se la ponía y volvía a pasar grabando, así lo hizo en varias ocasiones
afirmando que con esa artimaña no sería reconocido y podía tener imágenes
de Mónica para luego checar con más atención si era o no su sobrina.
Todos se fueron del lugar, dejaron a Mónica en la parada pidiendo la monedita,
se reunieron en un punto acordado e hicieron balance:
…las manos están muy delgadas, la miré detenidamente pero tengo mis dudas… dijo la tía en franco estado de shock y agregó: –se deben hacer pruebas de ADN para tener certeza…-¡Sí… pero cuestan muy caras y no tenemos el dinero suficiente para hacerlo, yo la grabé pero igual, como que hay algo que no me cuadra!… intervino el tío tratando de hablar con tono ecuánime pero le traicionaba el impacto de la impresión.
Ambos negaron en primera instancia que fuera la sobrina y la confusión en sus
pálidos rostros, era evidente. El grupo se fue alejando y poco a poco los tíos
fueron tranquilizándose, debían asimilar lo vivido y quedaron de mirarse más
tarde con María en la plaza principal del malecón, después de un par de horas,
la cita se concretó e intercambiaron impresiones y estrategias a seguir.
Los tíos admitieron apesadumbrados que Mónica era su sobrina, comentaron
que habían ido a consultar a las autoridades del municipio, les prometieron
diversas formas de ayuda sin concretar en ese momento ninguna, incluida la
prueba de ADN, les dejaron en claro que ella podía seguir su rutina de años en
esa zona de Puerto Vallarta, la ubicaban perfectamente, sabían que no dañaba
el patrimonio, no era agresiva y por su pasividad era bienvenida si ella quería
seguir ahí, pero también aclararon que Puerto Vallarta no cuenta con
programas ni apoyos de asistencia ni albergues o algún tipo de ayuda para las
personas en situación de calle por lo que lamentaban el caso de Mónica y sólo
estarían pendientes como autoridades para que ella se encuentre bien y dejan
a los familiares la decisión de actuar en consecuencia para brindar un mejor
futuro y condiciones de vida a quien un día fue la Ingeniero en Sistemas.
Significa que los familiares deberán conseguir una institución donde la puedan
atender por tiempo indefinido de manera integral y mientras eso ocurre, Mónica
sigue durmiendo en la parada del autobús pidiendo durante el día una monedita.

El perdón
Por su parte, la tía de Mónica, al conocer todos los detalles, con la voz
entrecortada pidió a María a nombre de toda su familia, que los perdonara por
la injusta acusación que pesó moralmente sobre ella durante 10 años y María
le respondió con un abrazo y palabras tranquilas que los perdonaba, que
estaba agradecida con Dios por el final de toda esta prueba, agradecía los
innumerables apoyos de las diversas personas que creyeron en ella para ir a
buscarla 900 kilómetros alejada de Morelos con tan solo el costo del pasaje del
camión y enfatizó que el caso de Mónica era una lección de vida para todos los
involucrados y aquellos que conocieran la historia, y que en ese mismo
instante, en la primer semana de diciembre de 2020, se liberaba de la
responsabilidad moral y se las entregaba a la familia cumpliendo la promesa
que hizo de rodillas a los padres de la mujer extraviada el día 10 de octubre del
año 2010 a las 10 de la mañana.
-… Para mí, significaba ahora recuperar una vida, un alma, un espíritu… -le susurró María a la tía de Mónica y con evidentes lágrimas en los ojos.
Para la imaginación y las autoridades
Los detalles de esos 10 años de extravío en esta dramática historia pueden
quedar en la pluma de una mente creativa pues son instantes que, como hojas
secas, fueron arrastrados y esparcidos por el viento en otoño, en esos 10 años
se puede uno imaginar de todo, pues Mónica ha perdido parte de ese pasado
en algún cuarto oscuro de su mente y lo que sí es crudamente cierto y
verificable, es que en el INEGI no existe un registro de personas en situación
de calle y a la fecha no hay una iniciativa de Ley que los proteja o los
contemple en algún programa de asistencia integral, lo que técnicamente los
coloca en una situación vulnerable e incluso pueden ser consideradas como no
personas.
¿Cuántas mónicas hay en México, cuántos hombres, cuántos adolescentes y niños? …Nadie lo sabe… Nadie les da cada mañana un saludo afectuoso y mucho menos, hay alguien que les diga de corazón: ¡Dios te bendiga! cada que salen al mundo, extraviados para buscar con todos los riesgos, el sustento de cada día.
Periscopio CDMX