FOTOS Jaime Boites/Redacción Periscopio CDMX
Amor romántico, amor cortés, amor amor, el corazón humano se incendia de mil maneras porque hay un sinfín de amores y de creaturas que aman muy a su manera. Elijen sinceras flores, lechos para perderse en los laberintos de la carne y la lujuria, placeres para el paladar o, contados, muy contadas, sinceras palabras.
Te quiero, te amo, vamos a cogernos cariño, di que sí, nada más la puntita, eres mi crush, directo, divertido, desesperado, el amor, bien lo escribió la escritora estadunidense Carson McCullers, determina dos mundos y dos realidades opuestas y complementarias: «Hay el amante y hay el amado, y cada uno de ellos proviene de regiones distintas. Con mucha frecuencia, el amado no es más que un estímulo para el amor acumulado durante años en el corazón del amante. No hay amante que no se dé cuenta de esto, con mayor o menor claridad; en el fondo, sabe que su amor es un amor solitario. Conoce entonces una soledad nueva y extraña, y este conocimiento le hace sufrir. No le queda más que una salida, alojar su amor en su corazón del mejor modo posible; tiene que crearse un nuevo mundo interior, un mundo intenso, extraño y suficiente».
Las imágenes de Jaime Boites lo clarifican a la perfección.