Hotel DF, una mirada a la ciudad de México

Por: Elena González.

Hotel DF¡Qué mejor manera de reinventarse, de borrarse y sacudir arraigos y apegos que vivir en un hotel! Ahí uno se puede despojar de cualquier identidad y convertirse en un sujeto anónimo y ligero. Ahí uno se puede construir su propia historia, su propio deseo. Así lo hace Frank Henestrosa, el personaje narrador de la novela “Hotel DF”, de Guillermo Fadanelli.

Pese a contar con un departamento propio, el periodista Henestrosa decide invertir un esporádico ingreso de cinco mil pesos, que recibe como pago por un artículo que escribió, para hospedarse en el hotel Isabel, ubicado en el Centro Histórico, y así probar suerte para encontrar a su mujer ideal. Lo seduce también la idea de acercarse a tierras lejanas a través de los huéspedes de ese hostal que se ubica en el Centro Histórico, pues la mayoría son extranjeros.

“Europa está a unos pasos sin necesidad de pasaportes, aviones, fronteras y demás ridiculeces”, piensa este personaje mientras se congratula de la gran idea que es invertir su escaso capital para formar parte de la comunidad del hotel Isabel, pare ser turista en su propia tierra.
Desde ese hostal, el Artista Henestrosa, quien se autodefi ne como “un hombre sin ambiciones, carente de opiniones y temas importantes”, y quien se convierte en turista en su propia tierra logra obtener una peculiar mirada de la Ciudad de México y particularmente de las entrañas del Centro Histórico, donde los amaneceres son diferentes y “muchos ojos se hallan abiertos y curiosos”.

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En la historia de Fadanelli, el hotel Isabel es un lugar común donde se concentran personajes típicos, como turistas extranjeros y nacionales; pero también personajes no comunes: sicarios que convierten al hostal en su Centro de operación y que comandan una banda que integra al propio personal del hotel. La incorporación de estos últimos personajes resulta el ingrediente especial que le da más sazón a esta exquisita historia sobre esta voluptuosa ciudad, donde muchos nos sentiremos parte de ella.

Hotel DF

“Si pregunto: ¿Quién conoce al Hotel Isabel?, casi nadie responderá afi rmativamente”, plantea Fadanelli. Pero habrá quienes sí lo conozcan, y este libro los remita a su propia experiencia. Yo misma, que llegué alguna vez a ese lugar huyendo de mí o probando suerte, como el Artista Henestrosa. Ahí viví un episodio extraño y delirante, que a la distancia del tiempo se volvió divertido y anecdótico.

Al igual que Frank, Fadanelli y demás inquilinos, muchos hemos recorrido esas calles que rodean al hotel Isabel, contemplando esas impresionantes edifi caciones, refugiándonos a veces en las viejas y enigmáticas cantinas. ¡Cómo no amar tantos lugares mágicos del Centro y de esta ciudad que colman nuestro hedonismo!

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