Nabor y Elena González.
Cada vez más, el Centro se vuelve habitable y visitable, el programa de peatonalización de sus calles ha contribuido mucho a ello. El proyecto inició con la calle de Regina, allá por el año 2009, con un corredor cultural que le dio un giro de 180 grados a la dinámica de la zona Surponiente.
Al siguiente año, en 2010, la importantísima avenida Madero se consagró a los peatones. Históricamente, Madero ha registrado el mayor tránsito en la zona, tanto por su vocación comercial, como por su estratégico trazo. Antes del programa peatonal, los dueños de la calle eran los automovilistas, ya que era el principal acceso al Zócalo, conectando a éste con la avenida Juárez.
A partir del 2010, Madero se convirtió en la calle más concurrida del Centro, pues además de desembocar a la plancha del Zócalo, en esa calle se concentran edi- ficaciones de gran valía arquitectónica e histórica, como la Casa de los Azulejos, el Convento de San Francisco de Asís, El Templo de la Profesa y la misma Torre Latinoamericana. Al apropiarse del arroyo vehicular, los peatones por fin pueden disfrutar plenamente de esa belleza arquitectónica.
La calle alberga también al Museo del Estanquillo y al Museo Mexicano del Diseño (MUMEDI); así como al Fomento Cultural Banamex (Antiguo Palacio de Iturbide), que son de gran atractivo en la zona. En Madero también convergen los corredores de Gante y Motolinía, que son los primeros antecedentes de pasos peatonales, los cuales son muy concurridos.
A la fecha, existe un gran fervor por recorrer y disfrutar la calle que -sumado a los nuevos consumidores que atrajo el incremento de comercios- ha provocado un problema de saturación que rebasa al mobiliario urbano y la capacidad de la calle.
Las grandes aglomeraciones que se forman todos los días, particularmente los fines de semana o en épocas festivas, no desalientan a los paseantes que optan por arribar por esa calle al Zócalo, o aprovechar para comer, tomar un café o un trago en uno de los establecimientos de estos pasajes, y así contemplar la belleza de Madero con mayor detenimiento.
A principios de este año, la calle 16 de Septiembre se volvió semipeatonal, o de “tránsito mixto”, como lo definen los autores del proyecto, donde la mayor parte de la calle está destinada para los peatones, pero se dejó un carril para la circulación de automóviles, con la incorporación de diversas medidas para moderar su velocidad, como la instalación de bolardos y árboles, entre otras cosas.
En este diseño urbano, la calle es una plataforma plana, sin ban- quetas, donde conviven peatones y automóviles, separados por los bolardos. El modelo parece armonioso, pues los transeúntes pueden disfrutar de la calle y caminar tranquilamente sobre ella, sin necesidad de cerrar otra vía para los automovilistas. Además, aquí el tránsito es más desahogado, no se observa saturación de peatones como en Madero.
También se colocaron bancas, con la idea de que los peatones necesitan espacio, además de caminar, para descansar. Su colocación debió ser en ambos lados, no sólo en el norte; caso contrario habría sido mejor dejarlos al sur para aprovechar la sombra que producen los edificios, en lo que crecen los árboles que sembraron.
Pero si pensamos que lo que necesitamos es una ciudad más amable con sus habitantes y visitantes, debemos tener más calles peatonales con suficiente espacio para descansar, leer, jugar, contemplar y lo que nuestra necesidad demande.
Con este proyecto de peatonalización, se rescata espacio para las personas y no los coches. Se vuelve una referencia para mu- chas otras calles de la Ciudad de México que están esperando una intervención, fomentando una cultura donde para ir por el pan o el súper no dependamos del coche, y podamos desplazar- nos caminando, en calles agradables.
Al parecer, existe un antiguo proyecto que se quedó en el tintero para hacer peatonales las calles de Corregidoras y Correo Mayor, e incluso naturar en las inmediaciones del Zócalo. Ya estaremos monitoreando ese asunto.