Migraña por incongruencia

… y por vergüenza ajena

FOTO: PROCESO

Es una sensación aguda, pulsátil e intensa, los médicos afirman que la causa un desorden neurológico, especifican que puede ser genético, psicológico, por malos hábitos de sueño, deshidratación, olores y ruidos fuertes, hormonal, y no falta el estrés, pero no han clasificado ni diagnosticado aún, la migraña por incongruencia y vergüenza ajena.

¡Y deberían!

Se sabe que un millón de guerrerenses lo han perdido todo, hay registro hasta el momento de 125 mil 531 estudiantes sin clases porque sus planteles están devastados, no hay internet, no hay luz, los drenajes y las coladeras colapsadas, se miran inmensas filas de personas esperando por horas la entrega de una sencilla despensa que nunca será suficiente y tampoco un litro de agua, hay toneladas de basura en las calles, Otis en su categoría 5 llegó hasta lugares alejados -y no solo en el puerto, ni Coyuca de Benítez- en lugares hoy olvidados, dejó la misma pesadilla; son palmeras derribadas, árboles caídos, lodo por toneladas, penetrantes olores a descomposición, el ambiente es fétido, hay animales muertos debajo de los escombros, personas desaparecidas, hospitales sin abasto de medicamentos y los hoteles de lujo son escenario perfecto para películas bélicas dirigidas por Francis Ford Coppola, Acapulco es ideal para una segunda parte de “Apocalypse Now”.

Eso atraería turismo y daría trabajo a extras, pero la realidad rebasa la fantasía y la migraña no es por eso, sino por las incongruencias y la vergüenza ajena que se regurgita cada mañana desde Palacio Nacional sobre este atípico fenómeno natural.

A un par de semanas de la llegada del Huracán de Categoría 5, (24 de octubre de 2023), el máximo en su género, por decreto, el 9 de noviembre, aparece en el Diario Oficial de la Federación que se termina la declaratoria de emergencia, se dice que “no nos fue tan mal”, que “no hubo muchos muertos”, que son “politiquerías” los reclamos y solicitudes de apoyo de la sociedad a las afueras de Palacio Nacional y entonces ahora, por fin se reconoció que no se avisó a la población que el Huracán venía “cañón” con horas de anticipación, sino que se hizo una hora antes de la entrada violenta a tierra de los vientos de 270 kms/h, porque el Presidente decidió que con un twitter y un mensaje escueto era suficiente para dar la alerta a la población.

En 1985 Miguel de la Madrid miraba asombrado y estupefacto, seguido por su legión de funcionarios, -todos ellos muy solemnes y propios, peinados con vaselina, con trajes y corbatas mal combinadas- mientras que el primer mandatario de México iba vestido informal, pero portaba una brillante chamarra negra de piel y estaba petrificado e incrédulo a unos metros de las ruinas y escombros humeantes del Hotel Regis cerca de la Alameda Central.

Espantado ¡pero ahí estaba a la vista de los afectados! En Acapulco, nadie ha visto al presidente en las calles, ni han hablado directo con él, a pesar de que él afirma haber ido en cuatro ocasiones, pero… no hay evidencias.

El día jueves 19 de septiembre de 1985 De la Madrid estuvo allí parado sobre Avenida Juárez, mudo, con una inmensa incógnita sobre la cabeza sin saber qué hacer o decir, observando a la ciudadanía activa y la cruda verdad de lo que es un terremoto de 8.1 grados, escala Richter.

Llegó De la Madrid con el séquito al primer cuadro un par de horas después de la violencia de la naturaleza que devastó lo que antes se llamaba Distrito Federal y hoy es Ciudad de México, donde a la fecha, se sigue sin saber con certeza cuántos muertos hubo por aplastamiento y colapso de edificios y viviendas en la denominada “Ciudad de los Palacios.”

La solidaridad de la población fue impresionante, nadie fue indiferente, la organización fue espontanea, no hubo saqueos, había lágrimas de sobra por lo macabro del paisaje, las autoridades quedaron rebasadas, no sabían por dónde comenzar, todos los habitantes se ayudaron día y noche mutuamente, no había en ese entonces algo que se pareciera a Protección Civil y fue precisamente de ahí que se le dio forma en el país y se tomaron las cartas en los asuntos de desastres.

No había tiempo para las migrañas porque había mucho por hacer, todo era caos y miles de personas estaban en el desamparo y -aun así- reaccionaron y se motivaron unos a otros en salir adelante sin ayuda del gobierno porque nadie esperaba nada de sus autoridades. Solo había que resolver y apoyar sin mirar a quién ni en dónde.

Los sismos y terremotos aún no son predecibles, pero la evolución de los huracanes sí.

Hoy, con toda la tecnología a disposición y con la estratósfera saturada de satélites, cualquier fenómeno meteorológico es observado desde que comienza, es predecible y las llamadas de alerta y prevención no son ningún pretexto porque sobran.

La migraña y la vergüenza ajena es porque hoy sobra la negligencia, la insensibilidad, las incongruencias; cada día hay una nueva ocurrencia, nada importa más que ocultar la verdad… el 2 de noviembre de 2023, Protección Civil, en el Diario Oficial de la Federación, declaró zona de desastre a 47 municipios de los 81 que conforman el estado de Guerrero y para el día siguiente, el 3 de noviembre de 2023, se corrige la plana en el Diario Oficial de la Federación y entonces se oficializa ahí y desde la tribuna de “La Mañanera”, que solo son dos municipios: Acapulco y Coyuca de Benítez.

Se justificó la fe de erratas diciendo que equivocarse “es de humanos…” y en revire, para armar la cortina de humo, se culpó a medios de comunicación por “abrir micrófonos y hacer de las “mentadas de madre” al Presidente un deporte nacional, se culpó a los “conservadores”, a los opositores al gobierno en turno y a los “oportunistas” de amplificar, manipular y tergiversar lo ocurrido y por enfatizar que la catástrofe alcanzaba un radio geográfico muchísimo más amplio y que los afectados eran en número exponencial.

¡Fueron decretazos! Y curiosamente, se hicieron días antes de dar a conocer quiénes serían las y los candidatos rumbo a las elecciones de 2024, como si con ese distractor, todos deben despertar, olvidar y dar vuelta de hoja a ese mal sueño del desastre, la destrucción, el estrago, las ruinas, los destrozos, la desgracia y la catástrofe que viven y seguirá viviendo en Guerrero.

Aquel funesto día 24 de octubre de 2023, horas antes de la devastación, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, que es el Centro Meteorológico Regional Especializado de la agencia de la ONU anunciaba textual lo que se preveía: «Un escenario de pesadilla para el sur de México. Otis se ha intensificado explosivamente durante las últimas 24 horas, una marca solo superada en tiempos modernos por el huracán Patricia en 2015».

Se argumentó en “La Mañanera” que sí se había avisado, que se había mandado a perifonear en las colonias, comunidades y poblados, así como en pleno Centro y avenidas principales de Acapulco, avisando del inevitable peligro; y los sectores a los que iban dirigidos los supuestos mensajes de prevención mediante el perifoneo, debieron oírlos igual a quien escucha: “¡…se cooompran, colchooones, tambooores, refrigeradooores, estuuufas, lavadoooras o algo de fierro viejooo…!”

Pero no fue cierto. Nadie oyó nada.

Entonces, ahora se decreta que terminó la declaratoria de emergencia, “…por la ocurrencia de lluvia severa y vientos fuertes…”

La migraña no es por la verdad de la devastación, es por incongruencias y la vergüenza ajena.

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