Pocos lo saben, pero los antecesores de los programas de debate que ahora vemos en la televisión y escuchamos en la radio se remontan a las tertulias de rebotica que surgieron durante el siglo XVIII en España y fueron resultado de la efervescencia que dejaron en Europa las ideas de libertad y justicia social de la Revolución Francesa.
Quiénes y dónde
En pocas palabras, las tertulias de rebotica eran reuniones informales que tenían lugar en la trastienda de las boticas, donde además de elaborarse medicamentos, los participantes acostumbraban, discutir, debatir y compartir sus puntos de vista durante acaloradas e interminables veladas.
Además, la rebotica era el lugar ideal para leer y comentar los periódicos nacionales e internacionales. En las tertulias de rebotica nacieron los pensamientos revolucionarios que apoyaron y dieron origen a movimientos sociales, no solamente en España sino en otras partes del mundo, incluido México.
Quienes conformaban las tertulias de rebotica eran principalmente boticarios, médicos de distintas áreas, literatos, científicos, abogados, gente de la nobleza y alguno que otro colado que, si bien no aportaba mucho a las reuniones, sí se nutría de ellas.
A diferencia de otro tipo de tertulias que se llevaban a cabo en salones, casinos, cafés, ateneos, etcétera, las de rebotica eran más espontáneas, desenfadadas y por consiguiente menos pretenciosas. Se puede decir que el siglo XIX fue su momento de gloria, al ponerse de moda un estilo de expresión con aspiraciones elevadas, encaminadas a acrecentar el acervo cultural y científico de los concurrentes, también llamados tertulianos o contertulios.
Ya avanzado el siglo XX, la Guerra Civil Española (1936-1939) encontró en las tertulias de rebotica sus más fervientes simpatizantes. Una de sus principales reglas era la asistencia asidua, de lo contrario, quien faltaba, aunque fuera una sola vez, tenía que aguantar críticas, burlas e incluso insultos del resto de los contertulios. Evidenciar al ausente o a quien llegaba tarde era una especie de escarmiento, pues se debía tener respeto y formalidad hacia los demás asistentes para fortalecer al gremio y conferirle seriedad a las reuniones.
Orígenes y evolución
Se cree que “tertulia” tiene su origen en la palabra tertuliano (escritor, filósofo y padre de la iglesia católica, quien inaugura la literatura cristiana en latín), pero éste también podría remontarse a las academias literarias del Siglo de Oro español. Una de las más famosas fue “La Academia de los Nocturnos”, cuyo dirigente fue el duque de Tarife y el lugar donde se reunían era la llamada “Casa de Pilatos”.
Existe otra hipótesis en la cual se atribuye a una zona de los Corrales llamada “La Tertulia” donde se congregaban los críticos teatrales para discutir las obras después de cada función. También dramaturgos, como Calderón de la Barca, Lope de Vega, Francisco de Quevedo y Tirso de Molina, fueron asiduos asistentes.
Y para finalizar el siglo XIX, justo en 1898, escritores, poetas y ensayistas como José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, Francisco Umbral y Ramón del Valle-Inclán, entre los más importantes, hicieron de las tertulias su principal centro de expresión. Aunque en esa época las reuniones ya habían evolucionado.
Se puede decir que para ese entonces había dos tipos de tertulias: las itinerantes, que se llevaban a cabo en cafés, salones, domicilios particulares o donde la ocasión lo ameritaba y las de lugar fijo. Los nombres de estos centros de reunión a veces se referían al lugar donde se realizaban; también era muy común que llevaran el nombre de uno de los tertulianos más distinguidos.
En las tertulias de rebotica del siglo XIX, sobre todo en Barcelona, también se debatía la defensa de las lenguas vernáculas, como la catalana. Grandes literatos, eruditos, burgueses y profesores contribuyen a su florecimiento.
Tertulias en América
Con España gobernada por José Bonaparte, hermano de Napoleón, los países latinoamericanos vieron la oportunidad de independizarse del yugo español, para ello adoptaron las tertulias españolas como disfraz y antesala del cambio.
En el caso de la Nueva España, fue Querétaro, entonces llamado Valladolid, el lugar propicio donde se celebraron las tertulias más famosas de aquellos días, por ser un centro político y social muy importante. Miguel Hidalgo y Costilla las aprovechaba como centros culturales y recreativos y entretenía a sus invitados con interesantes charlas sobre literatura, teatro y otras bellas artes, además de fraguar el movimiento de independencia. Hidalgo fue el primer traductor de las obras de teatro del dramaturgo francés Moliére y representaba dichas obras donde también actuaba el pueblo queretano.
Por su parte, doña Josefa Ortiz de Domínguez, esposa del corregidor de Querétaro y personaje crucial de nuestra historia, también ofrecía espléndidas “tertulias literarias” en su casa, mientras tenían como trasfondo conspirar en contra de la Corona española y lograr la independencia de la Nueva España. Sus contertulios fueron los principales actores del movimiento independentista: Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, Ignacio Aldama, José María Sánchez, entre otros. Cuando la conspiración quedó al descubierto, el Corregidor encerró a su esposa; sin embargo, ésta logró dar aviso e iniciar la guerra de Independencia.
Aunque el tiempo ha pasado y los adelantos tecnológicos han impuesto nuevos estilos de comunicación, aún existe el gusto por esas reuniones, ya que fuimos, somos y seguiremos siendo seres gregarios.