Adiós, Olivia, adiós

Lloran a Sandy

 

Olivia Newton-John se fue discretamente de este mundo a los 73 años, luego de sostener una dura batalla contra el cáncer de mama por más de tres décadas. La actriz y cantante de origen australiano partió sin falsos aspavientos ni poses escandalosas, con su presencia única y radiante, como dijeran sus amigos. Ella representaba una especie de verano eterno donde convivían la calidez y la elegancia, pero también el optimismo por la vida, ejes rectores para el establecimiento de su organización benéfica, la Fundación Olivia Newton-John enfocada a la lucha contra el cáncer de mama, que ha llegado a recaudar millones de dólares para tal fin.

En su papel de Sandy, que protagonizó en la icónica película «Grease» allá por 1978, se convirtió en el amor platónico de muchos de nosotros, adolescentes pubertos, pues dicha cinta personificaba el umbral de las aventuras amorosas que cada uno olfateaba, con soporte de Coca cola y bolsas de palomitas para aguantar mejor los regaños de la jefa por escapar al cine sin permiso, y disfrutar los enredos de ese copetudo llamado John Travolta y sus amigos emperifollados en trajes de cuero negro.

Y Olivia Newton-John cumplía perfectamente ese cliché envidiado de saber cantar, bailar y desenvolverse con soltura en escenarios importantes y en sets cinematográficos, una presencia natural fincada en años enteros de andar picando piedra en el medio del espectáculo. Como lo hiciera su personaje de «Vaselina», Newton-John se reinventó varias veces tanto en música como en imagen. Podía personificar una mujer glamorosa en canciones provocativas como Physical y Xanadu, o bien ser la eterna noviecita comprensiva en Irremediablemente fiel a ti, o como la escuchamos en su primer gran éxito llamado If Not For You.

Yo la escuchaba desde mediados de los setenta, en algunos lps del sello EMI. Tres baladas suyas me siguen moviendo fibras: Nunca has estado triste, Honestamente te amo y Por favor, señor, por favor. Frente a la bomba sensual que representaba la inquieta Donna Summer, o la altamente comercial y energética Laura Branigan, Olivia representaba el punto medio entre ambas, ya que podía sacar provecho de los dos polos contrastantes, risueña y candorosa a veces, provocativa y sensual en otras, siempre con una magnífica producción detrás. Pero ella también destacaba sobre otras por ser una extranjera que triunfaba sin pretextos en el país del tío Sam, antes de que lo hiciera la puertorriqueña Celi Bee y que más tarde lo ratificaran mujeres como Gloria Estefan y María Conchita Alonso.

En 2019, después de que le diagnosticaran cáncer de mama por tercera vez, CBS News le preguntó cómo le hacía frente a la enfermedad. «Me estaba consumiendo el día y después de un tiempo dije sabes qué, necesito disfrutar mi vida, así que voy a comer una galleta si quiero… Porque la alegría de la vida y la vida cotidiana también deben ser parte de ese proceso de curación. Así que elegí ese camino de estar agradecida y sentirme bien con las cosas, porque el otro lado no es tan bueno». Adiós Olivia, adiós, muchas gracias por tantos buenos momentos, por tu voz y tu presencia luminosa, fulgurante, que seguirán acompañando esa época única de nuestras vidas, la del primer amor. Hoy aquí lo declaro, seguiré siendo irremediablemente fiel a ti.

 

 

 

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