A 30 años del Premio Nobel de Literatura a Octavio Paz

Octavio Paz FOTO El Espectador
El poeta y ensayista Octavio Paz recibió el Premio Nobel de Literatura en Estocolmo, Suecia, de manos del rey Carlos XVI Gustavo el 10 de diciembre de 1990. FOTO Sentimientos de mi nación

Redacción Periscopio CDMX

El historiador Enrique Krauze, el crítico literario Christopher Domínguez Michael y el melómano y promotor cultural Sergio Vela conmemorarán esta tarde, a las 6 pm, los 30 años del Premio Nobel de Literatura al poeta y ensayista Octavio Paz (1914-1998) con una conferencia que se transmitirá a través de las plataformas de El Colegio Nacional.

En aquel 10 de diciembre de 1990 en que fue galardonado Paz, ya era un representante de la cultura mexicana, con 25 premios y reconocimientos nacionales e internacionales, 27 libros de poesía y 31 libros de ensayos, entre los que sobresalen Las trampas de la fe, donde analiza la vida y obra de la monja jerónima Sor Juana Inés de la Cruz, y, desde luego, El laberinto de la soledad, donde desentraña la psique del mexicano.

Ante la Academia Sueca expresó las siguientes reflexiones:

Comienzo con dos palabras que todos los hombres han pronunciado desde el amanecer de la humanidad: gracias. La palabra gratitud tiene equivalentes en cada idioma y en cada lengua la gama de significados es abundante. En las lenguas romances esta amplitud abarca lo espiritual y lo físico, de la gracia divina concedida a los hombres para salvarlos del error y la muerte, a la gracia corporal de la bailarina o al felino que salta a través de la maleza. La gracia significa perdón, perdón, favor, beneficio, inspiración; Es una forma de hablar, un estilo agradable de hablar o de pintar, un gesto que expresa cortesía y, en definitiva, un acto que revela la bondad espiritual. La gracia es gratuita; es un regalo. La persona que lo recibe, la favorecida, le agradece; Si no es base, expresa gratitud. Eso es lo que estoy haciendo en este mismo momento con estas palabras ingrávidas. Espero que mi emoción compense su ingravidez. Si cada una de mis palabras fuera una gota de agua, verías a través de ellas y vislumbraré lo que siento: gratitud, reconocimiento. Y también una mezcla indefinible de miedo, respeto y sorpresa al encontrarme aquí ante ustedes, en este lugar que es el hogar tanto del aprendizaje sueco como de la literatura mundial.”

Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura en 1990. FOTO México y Turismo

Y en otro momento su verbo meditativo afirmó:

Reflexionar sobre el presente no implica renunciar al futuro ni olvidar el pasado: el presente es el lugar de encuentro de las tres direcciones del tiempo. El árbol del placer no crece en el pasado o en el futuro, sino en este mismo momento. Sin embargo, la muerte es también un fruto del presente. Tenemos que aprender a mirar la muerte en la cara. La experiencia poética podría ser uno de sus fundamentos. ¿Qué sabemos del presente? Nada o casi nada. Sin embargo, los poetas sí saben una cosa: el presente es la fuente de las presencias.

Por su escritura apasionada y de amplios horizontes, caracterizada por la inteligencia sensorial y la integridad humanística, la Academia Sueca premió a Paz pero también porque «mira al mundo como si lo pronunciara. Su poesía consiste en gran medida», añadió el jurado que lo reconoció, «de la escritura con y sobre las palabras. Se trata de exquisita poesía amorosa a la vez sensual y visual. Obras en las que Paz se vuelve hacia el interior de sí mismo de una manera nueva». Un breve ejemplo de ello es el poema «Dos cuerpos»:

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche es desierto.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.

Paz era por aquel entonces un escritor en lengua española con una amplia perspectiva internacional, que había publicado su primera colección de poemas en su adolescencia y que, a sus 76 años, permanecía activo como escritor y crítico de la izquierda porque, precisamente, un año antes, había caído el Muro de Berlín, lo que significó el fin del comunismo en Europa y, a la postre, disolución de la Unión Soviética que ocurrió entre el 11 de marzo de 1990 y el 25 de diciembre de 1991.

El poeta reconocido ya con el Premio Gran Águila de Oro del Festival Internacional del Libro (1979) y el Premio Miguel de Cervantes (1981) era acérrimo crítico de los regímenes comunistas europeos, asiáticos y latinoamericanos por lo que, más de una vez, fue vituperiado en espacios informativos con dicha filiación política e, incluso, le tocó enterarse que su efigie fue quemada frente a la Embajada de Estados Unidos en Ciudad de México bajo la acusación de ser pro yanki y defender los intereses del capitalismo estadunidense.

El encuentro del narrador argentino Julio Cortázar y Octavio Paz en 1968, cuando el mexicano era embajador en la India, quedó registrado en las obras completas del autor de ‘Piedra del sol’. Gracias a Paz y las revistas culturales que dirigió, ‘Plural’ y ‘Vuelta’, las vanguardias literarias del mundo se difundieron desde México a toda Hispanoamérica. FOTO Cátedra Reyes

Más allá de las polémicas políticas que siempre afrontó con su pluma, como su apoyo a los republicanos durante la Guerra Civil Española de 1936 y la renuncia a la Embajada de México en la India tras la matanza estudiantil de Tlatelolco en octubre de 1968, entre las líneas que integran su discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura sobresale la narración que realiza de su acercamiento a la lectura y sus influencias, que tienen su origen con el sentimiento de separación, sus recuerdos más antiguos y confusos y sobre los puentes imaginarios y afectivos que de niño construyó para tratar de entender y unirse al mundo y a los otros.

Vivía, destacó el reconocido con la Cruz de la Legión de Honor de Francia (1994), en un pueblo de las afueras de la ciudad de México (Mixcoac), en una vieja casa ruinosa con un jardín selvático y una gran habitación llena de libros. Primeros juegos, primeros aprendizajes. El jardín se convirtió en el centro del mundo y la biblioteca en caverna encantada. Leía y jugaba con mis primos y mis compañeros de escuela.

Había una higuera, templo vegetal, cuatro pinos, tres fresnos, un huele de noche, un granado, herbazales, plantas espinosas que producían rozaduras moradas. Muros de adobe. El tiempo era elástico; el espacio, giratorio. Mejor dicho: todos los tiempos, reales o imaginarios, eran ahora mismo; el espacio, a su vez, se transformaba sin cesar: allá era aquí: todo era aquí: un valle, una montaña, un país lejano, el patio de los vecinos.

Los libros de estampas, particularmente los de historia, hojeados con avidez, nos proveían de imágenes: desiertos y selvas, palacios y cabañas, guerreros y princesas, mendigos y monarcas. En verano la higuera mecía todas sus ramas verdes como si fuesen las velas de una carabela o de un barco pirata desde donde descubrí islas y continentes. El mundo era ilimitado y, no obstante, siempre al alcance de la mano; el tiempo era una substancia maleable y un presente sin fisuras.

Octavio Paz afuera de la casa familiar en Mixcoac FOTO Universidad Iberoamericana

Por desgracia para México y los lectores del autor de La llama doble (1993), el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de la Ciudad de México se convirtió en octubre de 2019 en el heredero único y universal de los bienes de Marie-José Tramini, viuda del escritor Octavio Paz, según la resolución del Juzgado 19 de lo familiar.

Dicha tutela significa que el legado del Premio Nobel de Literatura mexicano, sus libros, correspondencia y objetos personales, se mantendrá en el limbo y el silencio en el que han estado durante varios años tras su muerte el19 de abril de 1998, lejos de la vista de los académicos y  el entusiasmo de los lectores interesados en su creación literaria, aunque autoridades culturales federales han afirmado que buscarían constituir una figura jurídica y administrativa que permita la conservación, promoción y difusión de la obra de Paz, el escritor que llevó al Olimpo literario sueco a las letras mexicanas un 10 de diciembre de hace tres décadas.

Redacción Periscopio CDMX/EB

 

 

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