Redacción Periscopio Cancún
Leydy Pech Martín es una apicultora maya con más de 25 años en el Colectivo de Comunidades Mayas de los Chenes en la defensa del ambiente y del territorio en Hopelchén, Campeche. Ha luchado contra la soya transgénica de la trasnacional Monsanto que desde 2012 sigue vulnerando sus derechos indígenas, la imposición de megaproyectos como el Tren Maya y la deforestación por la agroindustria. Además, por si fueran pocos sus empeños y esfuerzos, impulsa a la apicultura tradicional golpeada por la crisis climática.
Por ello no resulta extraño que haya sido reconocida con el Premio Goldman, el galardón ambiental más importante del mundo, otorgado por la Fundación Goldman.
“Leydy Pech, una apicultora indígena maya, encabezó un colectivo que detuvo con éxito la siembra de soya genéticamente modificada por Monsanto en el sur de México. La Suprema Corte de Justicia de México (SCJM) dictaminó que el Gobierno violó los derechos constitucionales de los mayas y suspendió la siembra de soya genéticamente modificada. Debido a la persistencia de Pech y su colectivo, en septiembre de 2017 la Secretaría de Agricultura –que le había dado el permiso en junio de 2012– revocó el permiso de Monsanto para cultivarla en siete estados”, destaca la Fundación.
Esos permisos incluyeron la siembra en fase comercial de 235 mil 500 hectáreas de soya genéticamente modificada. Frente a ello, presentaron diversos juicios de amparo ante juzgados federales para denunciar que esos permisos otorgados a Monsanto vulneraron sus derechos a la consulta previa, libre, informada y culturalmente adecuada; al territorio; a la libre determinación; y a un ambiente sano. Los juicios llegaron a la SCJN, que en noviembre de 2015 reconoció la violación y ordenó suspender los permisos otorgados a esta trasnacional hasta que se haga la respectiva consulta indígena vinculante.
Sin embargo, la siembra de la soya transgénica, que ha aumentado la deforestación, contaminación de agua y muerte masiva de abejas por plaguicidas y fumigación aérea cercana a los poblados, continúa en la zona porque ninguna autoridad ambiental castiga ni frena a la trasnacional Monsanto. A ello se suman los periodos largos de sequía y las inundaciones por tormentas tropicales con mayor intensidad que impactan sus cosechas y producción de miel que afectan cada vez más a los pueblos indígenas.
Es claro que Profepa y SENASICA [Servicio Nacional de Sanidad de la SADER] no han hecho su trabajo porque no hay nadie que sancione ni castigue.
La resolución de la SCJN, dijo la activista maya, no ha sido efectiva. De 2015 a 2018 la consulta indígena ordenada no ha sido posible. En ninguna de las siete reuniones previas pudieron avanzar, porque les presentaron “un protocolo armado en el que no nos identificábamos ni respondía a los problemas que estamos enfrentando asociados a la soya transgénica”. Aunque creyeron que con esta nueva Administración federal podrían avanzar, “en las dos reuniones con ellos no pudimos al no ser una consulta vinculante y sino se convierte en un trámite, en simulación y las cosas siguen como si nada. Y fue lo que sucedió”.
El área de comunicación de la Profepa aseguró que si no hay denuncia no pueden ir a vigilar. Y El Senasica, a través del área de comunicación de SADER, respondió que, en este momento, no se cuenta con ningún permiso vigente para la siembra de soya genéticamente modificada, “ya que el permiso solicitud 007_2012 fue revocado”. El Senasica cuenta con un Programa Anual de Inspección y Vigilancia, a través del cual se llevan a cabo acciones de inspección a permisos de liberación al ambiente de organismos genéticamente modificados, “incluido el monitoreo del cultivo de soya en el estado de Campeche”.
Comunidades indígenas contra el Tren Maya
Las comunidades mayas han defendido su territorio frente a diversos megaproyectos como el Tren Maya que afectan el patrimonio biocultural de esta región de gran biodiversidad colindante con la biósfera de Calakmul, la mayor reserva mexicana de bosque tropical y uno de los últimos pulmones de México.
“No solo en la Península de Yucatán, los megaproyectos en otros pueblos originarios los tenemos a nivel nacional en Oaxaca, Guerrero, Sonora… Es algo contra lo que luchamos porque cada megaproyecto no responde al modelo de desarrollo de nosotros los indígenas, responde a otros intereses económicos y trasnacionales a pesar de que estamos en contra”, afirmó la maya Leydy Pech. “Como colectivo de comunidades mayas en relación al Tren Maya, lo que se está luchando no es en sí la vía del tren, sino todo lo que va a ocasionar; todos los daños ambientales asociados a nuestras aguas, suelos, bosques, semillas nativas y plantas medicinales. Todo lo que daña los medios de vida de los territorios de los pueblos indígenas es contra lo que estamos luchando”.
El denominado Premio Nobel del Medio Ambiente también fue recibido el lunes 30 de noviembre por los las heroínas ambientales Kristal Ambrose de Las Bahamas por su lucha contra la contaminación plástica; Lucie Pinson de Francia por su lucha contra la industria del carbón; Nemonte Nenquimo de Ecuador por su lucha contra la industria de la extracción en la Amazonia y el territorio Waorani; y los héroes Chibeze Ezekiel de Ghana por su lucha contra la industria del carbón; y Paul Sein Twa de Myanmar por su impulso a la paz y conservación en el río Salween, hogar del pueblo indígena Karen.
Redacción Periscopio Cancún/ST (Con información de Dulce Olvera/Sin embargo y El Financiero)