Alejandro Cárdenas San Antonio
Dice un proverbio latino: Nil credam et omnia cavebo. No creas nada y desconfía de todo.
No habían pasado 24 horas del incendio en el Mercado de San Cosme, la noche del domingo 22 de diciembre de 2019, donde se convirtieron en cenizas 181 locales, cuando en la misma demarcación de la alcaldía Cuauhtémoc, -el lunes 23 de diciembre- vísperas de Navidad, también en la madrugada, ardieron más negocios. En esta ocasión los que vieron perdida su fuente de trabajo fueron locatarios del Mercado Presidente Abelardo Rodríguez, construido en 1934 en una superficie de 12 mil 450 metros cuadrados, sobre terrenos de los Colegio eclesiásticos de San Pedro y San Pablo.
Cuando fue construido, el Abeladro Rodríguez intentó ser el prototipo de un mercado moderno en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en la esquina de República de Venezuela y la Calle Rodríguez Puebla. Ahí se consumieron tres comercios y el fuego -que por fortuna no se propagó por la intervención oportuna del cuerpo de bomberos-, puso en riesgo los mil 450 metros de valiosa obra pictórica muralista realizada en los años treinta por varios estudiantes del muralista Diego Rivera y supervisados por el destacado artista. Aquí, como en San Cosme, por fortuna, tampoco hubo tragedias humanas que lamentar y el presunto origen del siniestro fue el deteriorado estado del cableado eléctrico.

Pero, por si eso no fuera demasiada adversidad, hubo otra conflagración en otro lugar, no muy lejano, y por igual dedicado al comercio. El martes 24 de diciembre, en plena efervescencia de Navidad, los tragahumo aparecieron de nuevo presurosos en sus camiones por las calles aledañas al primer cuadro, deslumbrando en madrugada con sus torretas encendidas y ensordeciendo con sus sirenas a todo decibel mientras se dirigían a la Nave Mayor del Mercado de la Merced, ubicado también en el Centro Histórico, pero en la parte administrada por la alcaldía de Venustiano Carranza.
En esta tercera presencia de fuego abrasador en naves comerciales, aquí sí hubo reporte forense: dos fallecidos. La Cruz Roja reportó un lesionado y varios intoxicados, entre ellos bomberos y policías. Las causas de este incendio según los peritajes, fueron veladoras encendidas en el área de las flores, concretamente en la puerta 14 y de nueva cuenta, un añoso y descuidado cableado eléctrico. Aquí el número de locales afectados se disparó y fue de 600.


El cuarto incendio de mercados públicos en Ciudad de México ocurrió 21 días después de la Nave Mayor de la Merced el día miércoles 15 de enero del nuevo año 2020 a las 10:30 de la noche. Esa noche tocó el turno al Mercado Morelos -aledaño al Barrio Bravo de Tepito- localizado en la Avenida Eduardo Molina y Circunvalación, también correspondiente a la Alcaldía de Venustiano Carranza y ahí fueron quince los locales siniestrados, tal y como lo informó Periscopio CDMX en aquella ocasión. No hubo pérdidas humanas ni lesionados, y las causas, casualmente, fueron veladoras encendidas.
Pero la ola de incendios no terminó ahí, continuó. El domingo 19 de enero, en el mercado conocido como de Las Flores, localizado en la Colonia San Pedro en la alcaldía Xochimilco, en las Calles 16 de septiembre y Francisco I. Madero de la Colonia San Pedro, se reportó la quinta conflagración, -igual sucedió casi al amanecer-. En Las Flores se arruinaron 12 locales y por fortuna no hubo muertos ni lesionados. La causa según peritos: la deteriorada instalación eléctrica operando con sobrecarga.
En menos de 30 días, las pérdidas fueron millonarias si se suman los cinco mercados, en cada caso las imágenes fueron igual de caóticas junto a las emociones encontradas que no diferían entre los comerciantes afectados de uno a otro lugar en la Ciudad de México.
En retrospectiva a lo ocurrido, al mirar las imágenes de aquel momento, todas las personas en las escenas de aquellas emociones aparecen sin mascarillas – de hecho, se pueden considerar momentos de un tiempo ideal sin Sars-Cov-2, que se ha esfumado indefinidamente- en las imágenes se aprecian momentos amargos por la tragedia, pero nadie tenía la menor idea que una sombra mayúscula estaba por cernirse y se venía formando sobre el planeta como una avalancha que obligó a la Organización Mundial de la Salud a declarar el día miércoles 11 de marzo del 2020 que todos los habitantes de la Tierra teníamos encima una Pandemia, iniciando entonces un intermitente confinamiento que ha trastocado no sólo la economía global, sino todos los ángulos de la actividad humana, sus paradigmas y sus arquetipos.
Esta emergencia sanitaria ha cobrado más de medio millón de vidas en todo el globo y para los comerciantes de los cinco mercados conflagrados, ha forzado el retraso de las reconstrucciones; centenares de locatarios viven al día y por necesidad, han vuelto a instalar en la periferia de sus centros de trabajo, improvisados puestos con el afán de reactivar su propia economía.
En algunos lugares lo han hecho al amparo del clandestinaje y, en otros, bajo indicaciones protocolarias de las áreas de Salud para controlar la propagación de los contagios por Covid-19.
Si el río suena… es que ‘derecho de piso’ lleva
La serie de incendios levantó sospechas y desasosiego entre los comerciantes por ser consecutivos, la sucesión cercana de acontecimientos generó rumores entre ellos con un enfoque reiterado -aunque sin demostrar- porque ellos afirmaban que detrás de las conflagraciones estaba la delincuencia organizada que había cobrado venganza contra aquellos que se resistieron a pagar el llamado “derecho de piso”.
En una nota publicada por el periódico La Jornada el día 21 de enero, la reportera Laura Gómez Flores recabó entrevistas con comerciantes de distintos mercados siniestrados y la mayoría coincidió en señalar que los peritajes de las autoridades seguramente concluirían que los hechos se debieron al mal estado de los cableados; sin embargo, afirmaron a la comunicadora -pidiendo el anonimato-, que habían sido provocados por negarse a pagar hasta 6 mil pesos semanales presuntamente al grupo delictivo la Unión Tepito y lo expresaron de la siguiente manera:
“Su modus operandi, señalaron, es acudir ante el dueño de los locales y mostrarle imágenes de él, su familia, casa, carros y lugares que frecuenta para que suelte el dinero, que va de 2 mil 500 a 6 mil pesos cada semana. De no hacerlo o denunciarlos, el riesgo de sufrir un accidente está latente. No nos hemos atrevido a denunciar porque policías y agentes del Ministerio Público están coludidos con estos grupos, y no queremos arriesgar nuestras vidas, pues nos hemos dado cuenta de que las cámaras de vigilancia siempre miran a un lado distinto de donde se comete un delito», aseguraron.
Sí, admitió Sheinbaum, pero no hay evidencia
Por su parte, la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, un par de días antes de la investigación de la reportera de La Jornada, en una entrevista con representantes de los medios de comunicación, el domingo 19 de enero, declaró sobre el rumor de posibles extorsiones por parte de la delincuencia organizada a comerciantes:

“No tenemos ninguna evidencia de que sea así. Sí sigue habiendo extorsión en ciertos lugares de la ciudad, hay un trabajo muy importante de la Policía de Investigación con la Secretaría de Seguridad Ciudadana; se está trabajando, hay muchos detenidos, y en este caso no podemos especular, pero si llegara a ser el caso también diríamos la verdad”. Y agregó: “La Fiscalía General de Justicia ya investiga el hecho y será ésta la que proporcione la información. Se van hacer las investigaciones, insisto, no podemos ni especular y minimizar, pero eso es con base a la evidencia científica que tengamos y a las entrevistas con los locatarios de los mercados”.
Claudia Sheinbaum también dijo en esa ocasión que los comerciantes afectados serían integrados por la Secretaría de Desarrollo Económico de la capital, al Programa de Seguro del Desempleo, situación que sucedió y que consistió, -de acuerdo a Fadlala Akabani, titular de esta dependencia- “…en un apoyo que son 2 mil 538 pesos mensuales hasta por seis meses para todas la personas que momentáneamente perdieron su fuente de empleo y en segundo término a los locatarios en el momento a que sean reubicados para que reinicien su actividad económica y puedan obtener un crédito de hasta 25 mil pesos con 0% de interés”.
Por favor, mantenga Susana Distancia
Fueron días de profunda tristeza y melancolía. Era navidad y los comerciantes tenían sus negocios en ruinas. Rafael se reunía con sus compañeros a las afueras del Mercado San Cosme, charlaban sobre planes para salir adelante, acordaron ayudar en la limpieza de lo que fue la nave comercial y llenos de nostalgia y a veces con lágrimas, entraron con palas y picos decididos a sacar los escombros de sus propios locales.
En el Mercado de San Cosme hubo reuniones informativas, visitas de funcionarios de la Alcaldía Cuauhtémoc y el gobierno capitalino, fueron registrados todos los locatarios en el Seguro de Desempleo y Rafael, junto con sus compañeros del mercado, creyeron en las buenas intenciones en la ayuda de parte del gobierno de Claudia Sheinbaum y la alcaldía, quienes prometieron reconstruir de manera inmediata el tradicional Mercado de San Cosme.
Había que esperar el peritaje, la valoración del seguro y mientras, les permitieron colocar puestos en la calle, pero solamente a los que vendieran productos no perecederos. La vehemencia y el histrionismo discursivo con la que hablaron los funcionarios les levantó el ánimo a los perjudicados al grado en que el propio Rafael dijo en aquellos días:
“…es una luz de esperanza para reactivar nuestros negocios”
Se fue la Navidad, llegó el año nuevo 2020, fue Día de Reyes. En menos de un mes se quemaron cinco mercados y luego de otro par de semanas, no había noticias claras sobre el inicio de las reconstrucciones. El ánimo de los perjudicados entró en suspenso y aunque algunos comerciantes –incluyendo a Rafael- se instalaron a las afueras del Mercado San Cosme, la ilusión comenzó a disolverse día a día, los argumentos oficiales cayeron en controversias, hasta que el ánimo de los comerciantes cambió: “…estoy junto con mis compañeros muy decepcionado, yo nunca había tenido acercamiento con las autoridades y en un principio les creí, pero hoy siento coraje” dijo el hacedor de cafés macondianos.
Por lo pronto, familiares enterados de la tragedia de Rafael, se solidarizaron emocionalmente con él y algunos juntaron ahorros y se los entregaron para que comenzara a comprar mobiliario, la aromática materia prima y el equipo que había perdido en su Cafetería Macondo y fue hasta mediados de febrero cuando les colocaron tomas de luz, que en aquel espacio de cuatro metros cuadrados que le correspondió en la calle por fin instaló un pequeño refrigerador, una máquina cafetera para preparar capuccino y express, compró vasos desechables y comenzó a diseñar en ese escaso espacio de nueva cuenta sus cartas en triplay con pirograbado.
Le sobraba tiempo, las ventas estaban en picada, al día vendía un café si bien le iba, rara ocasión cinco. A veces nada.
Aquel reducido espacio estaba lejano de semejar al negocio original donde todo se había quemado, excepto Remedios, La Bella, la bicicleta en la que a diario se trasladaba de su casa a la cafetería y solo por esa utilidad y el encanto del pedaleo, se ha conservado intacta.
El día 28 de febrero, el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell, a través de Twitter dio a conocer formalmente que el Covid-19 ya estaba en México y anunció el inició de la Fase 1 de la enfermedad, había un hombre fallecido y 10 personas confirmadas de contagio, el 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud, puso en sobre aviso al mundo que vivíamos una pandemia, la OMS decía tener el informe de 118 mil infectados en 114 países y 4 mil 291 personas muertas a consecuencia de un nuevo virus: Sars-Cov-2.
Desde entonces, el portal del gobierno federal, coronavirus.gob.mx, se ha dedicado a informar sobre el Sars-Cov-2 y, por ende, incrementó sus consultas de la misma manera que sucedió en el mapa mundial Covid-19 de la Universidad Johns Hopkins. En ambas plataformas digitales se detalla el número de fallecidos, personas contagiadas y pacientes recuperados.
En México, el 20 de marzo se presentó públicamente la estrategia de prevención llamada Susana Distancia, para entonces las cifras oficiales en el país eran muy diferentes a las que se dieron a conocer la tarde del viernes 24 de julio con 42 mil 645 muertes y 378 mil 285 casos confirmados. En aquel momento había
- 56 hombres fallecidos
- 704 confirmados de contagio

El 24 de marzo, el subsecretario de Salud anunciaba que el país subía a Fase 2 y los números se iban incrementando de manera vertiginosa. Ese día habían ya 87 muertos y mil 111 casos confirmados. En aquel entonces, el 21 de abril, en la famosa rueda de prensa mañanera presidencial, López-Gatell, declaró:
“Hoy queremos dar por iniciada la Fase 3 de la epidemia de Covid, recordando que estamos en la fase de ascenso rápido donde se acumularán un gran número de casos de contagio, de hospitalizaciones…”
Omitió decir «…y muertos». Para entonces, el mapa del gobierno federal señalaba 813 hombres fallecidos, 507 mujeres y 15 mil 782 casos de contagio confirmados.
Por favor, ¡quédate en casa!
De febrero a abril del pandémico 2020, Rafael estuvo trabajando en su pequeño espacio, solo abría un par de horas, y el “Quédate en Casa” se convirtió, por la picardía mexicana, en un meme desde el 19 de marzo y contra cualquier broma u ocurrencia, la frase estaba teniendo efecto real en la población: había escasos compradores y en los mercados donde aún no se consideraba obligatorio el protocolo sanitario para evitar contagios.

Por su parte, la radio, televisión, periódicos impresos, plataformas digitales y redes sociales, bombardearon el tema de la pandemia y día a día iba subiendo la intensidad informativa, en las pláticas informales el actor principal era El Corona, en la calle no se sabía a ciencia cierta cómo nombrarlo o quizás la población se resistía en aceptarlo.
La incertidumbre y el temor se notaba en los rostros de las personas, solo sabían que había algo invisible rondando por ahí amenazando la vida de cualquiera. Eso rompía los esquemas lógicos de lo cotidiano y ponía en jaque la comprensión de la mayoría, la historia de un virus mortal llegado de Asia se miraba como algo irreal, casi una quimera y creció la incredulidad pública de su existencia al tiempo en que se esparcieron infundados rumores sobre una presunta conspiración mundial para reducir a la población como parte de un plan perverso de grupos poderosos aliados con fuerzas oscuras donde al final, estaban presentes seres extraterrestres.

La conmoción por la repentina aparición de SARS-CoV-2 consternó a los científicos, en distintos países iniciaron los trabajos de investigación y a cuenta gotas aparecieron las explicaciones, lo descabellado en los laboratorios era que entre más estudiaban al virus, menos lo comprendían. En ese cúmulo de incógnitas, hubo un caldo de cultivo fértil para los agoreros, fetichistas y charlatanes del nuevo siglo, que inundaron Facebook, YouTube y WhatsApp con mensajes y videos proclamando que la enfermedad era un severo castigo de la Pacha Mama por la voracidad del sistema capitalista que inmisericorde, por años ha devastado los recursos naturales en nombre del progreso y otro tanto aclamaron los oportunistas con un disfraz de chamán o seres iluminados y vendieron en dólares espejismos a través de videoconferencias con arengas ecológicas salpicadas de filantropía y metafísica; además, prometían iniciaciones y diplomas certificados al final del adiestramiento.

No pasaron de largo las convocatorias para asistir a las Fiestas Covid en la búsqueda de un remedio masivo; los jóvenes organizaron en redes sociales reuniones multitudinarias con el objetivo de provocar un contagio intencionado, se jactaban de adelantar la infección para adquirir inmunidad al virus y sus acciones respondían a la teoría de una “inmunidad de rebaño”. Con diferentes frentes abiertos, la Organización Mundial de la Salud tuvo que salir al paso y frenar el disparate a nivel global.
Este exceso de mensajes tergiversados y sin sustento -por desgracia incluyó también medios informativos que se conformaron con difundir despachos sin soporte científico- se convirtió y sigue siendo, otra crisis que incrementó la ansiedad y la neurosis en todo el orbe.
A este padecimiento comunicacional en época de pandemia, los lingüistas se las ingeniaron al bautizarlo como infodemia y esta definición es el estigma que acompaña en su comitiva al virus desde inicios del 2020.
En el incontrolado furor digital que se iba convirtiendo a través de la web en un inmenso thriller, no faltó la sal y la pimienta geopolítica con acusaciones mutuas entre China y Estados Unidos por la supremacía tecnológica y la nueva ruta de la seda.

Rafael se negó a creer lo que sucedía, su comportamiento fue de renuencia, evadía el tema con cualquiera, contra argumentaba que lo más importante era salir adelante en el trabajo “…a mí no me importa, mi objetivo es recuperar mi cafetería, yo le estoy echando ganas a lo mío, que los que saben de aquello se dediquen a lo suyo” decía en tono molesto y, sucedió entonces que el mismo día de la declaración de la Fase 3, -ironías del destino- por la noche, en su casa, comenzó a sentir dolor estomacal, fiebre, mareos y vómito.
Ahora él mismo estaba en la antesala para experimentar el “realismo mágico” de la verdad que siempre supera la fantasía. El Sars-Cov-2 hizo acto de presencia en su organismo, lo atendió su esposa Lucía que es pediatra, pero el día 26 de abril, ingresó de urgencia al Hospital General Tláhuac, nosocomio adaptado para pacientes exclusivamente de Covid-19.
Ahí pasaría “varias noches en el infierno acompañado con ángeles”, como luego él mismo describió para esta historia.
Periscopio CDMX
¡Todo se me quemó I de IV partes