Redacción Periscopio CDMX
En el DC3 con 17 pasajeros a bordo que alzó el vuelo de Ciudad de México hacia las ocho de la mañana del 24 de septiembre de 1952 estalló una bomba. Aunque no iba allí, la vida de La reina de la opereta y Emperatriz de la Gracia, como era celebrada Esperanza Iris en toda Iberoamérica, cambió para siempre como un inesperado daño colateral.
El vuelo 575 de la Compañía Mexicana de Aviación era pilotado por Carlos Rodríguez Corona, veterano del Escuadrón 201, quien tenía, como copiloto, a Agustín Jurado Amilpa. El estallido afectó los instrumentos de navegación y rompió el tanque de la gasolina. También los cables en la cabina de mando se dañaron.
Aunque la nave perdió velocidad y altura, el Capitán Rodríguez controló el avión y pudo aterrizar en la base militar de Santa Lucía, donde se construía una pista para uso de la Fuerza Aérea que inauguraría al final de su sexenio el Presidente Miguel Alemán. Esa pista fue providencial, porque salvó las vidas de varios lesionados, y porque ayudó a desenmarañar quién estaba detrás del atentado.
En Traición a cielo abierto (Aguilar, 2018) dedicado a la cantante Iris, Silvia Cherem detalla cómo el barítono Francisco Sierra Cordero ideó ese atentado junto con su amigo Emilio Arellano. Sierra Cordero se convirtió en el esposo de “La reina de la opereta” en 1932, cuando él tenía 28 años y ella 50, y en muy poco tiempo se ganó fama de vividor.
Urgido de dinero, Sierra Cordero colocó un anuncio en el periódico solicitando personal en diversas actividades en Oaxaca. A esos empleados los harían viajar en avión a su nuevo trabajo, no sin antes comprarles, en secreto, un seguro de vida a nombre de personas amigas del barítono, sin que nadie se enterara. A todos les regalaron diferentes piezas de plata con su nombre o iniciales grabadas para que la identificación de sus cadáveres fuera fácil. De esta manera, el cantante y su socio cobrarían la suma asegurada de… ¡2 millones de aquellos pesos!
Por la pericia del Capitán Rodríguez todo se supo. Sierra Cordero fue sentenciado en 1953 a 29 años de prisión y Esperanza Iris falleció en 1962, antes de que él saliera de prisión gracias a reformas carcelarias, en mayo de 1971. Su vida, como hombre libre, fue larga porque murió hasta noviembre de 1988.
El teatro que, con gran ilusión construyó Esperanza Iris tras una gira internacional de cinco años y donde se llegaron a presentar Enrico Caruso, Anna Pavlova y Arthur Rubinstein, se convirtió luego del atentado en un burdel y después fue vendido al gobierno del Distrito Federal, que le devolvió su vocación y, hace una década, el nombre de su creadora.
Todos esos pasajes biográficos los cuenta Cherem en Traición a cielo abierto, aunque hay otros libros de su autoría que abordan temas diversos y de los cuales develará no pocos secretos este miércoles 10 de junio a las 8.30 pm.
Bibliografía selecta de Silvia Cherem
En los años 40 del pasado siglo, un joven trabajaba en el negocio familiar –la panadería El Molino– cuando decidió utilizar mercadotecnia y publicidad para la venta de pan. Así fue como nació la fortuna de Lorenzo Servitje, fundador de Bimbo, quien le confía a la autora varios consejos económicos.
Desde su infancia hidalguense hasta su paso por diferentes redacciones claves en el periodismo mexicano, Silvia Cherem consigue que Miguel Ángel Granados Chapa revele sus pasiones más intensas en la labor informativa, la causa política y su columna que se convirtió, durante años, en una plaza pública.
Gilberto Aceves Navarro, Leonora Carrington, José Luis Cuevas, Manuel Felguérez, Alberto Gironella, Roger von Gunten, Joy Laville, Vicente Rojo, son algunos de los creadores que recrean para la autora cómo se gestó la modernidad creativa posterior a la que tuviera el muralismo mexicano durante décadas.
En esta obra, la autora sostiene conversaciones con David Grossman, Amos Oz, A. B. Yehoshúa y Etgar Keret sobre la realidad israelí. Varios de los encuentros se realizaron allá, con el entorno de eterno conflicto que se vive en aquella región del planeta y que es el móvil literario de sus interlocutores.
El novelista nicaragüense Sergio Ramírez sostiene una larga conversación con Silvia Cherem, a propósito de su paso en la guerrilla sandinista y su posterior desencanto con sus compañeros de armas. El autor de «Margarita, está linda la mar» y «Un baile de máscaras» no calla nada.
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