Elena González/ Periscopio Querétaro
El investigador Fidel Soto González tuvo que pepenar (literal) en una bodega llena de polvo, sin luz, con restos de ratas y entre documentos enmohecidos para encontrar la información sobre cuál fue el origen de la Federación de Trabajadores del Estado de Querétaro (FTEQ), la organización más antigua en la entidad que fue fundada en 1932. El archivo “muerto” que revisó el académico y que estaba por irse a la basura se encontraba en las instalaciones de la misma federación, ubicadas en la calle de Pasteur, en el Centro Histórico del estado, hoy propiedad el sindicato Paz y Trabajo. La motivación del académico en esta investigación era comprobar si dicha organización fue fundada por un sacerdote, como se había pensado por mucho tiempo.
En el primer día –cuenta Soto González- abandonó su plan tras unas dos o tres horas de permanecer en el lugar, pues las condiciones y la peste eran insoportables. Sin embargo, al segundo día emprendió nuevamente la investigación y encontró la respuesta a su inquietud: La federación no fue fundada por el sacerdotes Gonzalo Vega, sino por el Sindicato Nacional Ferrocarrilero por encomienda del entonces presidente Lázaro Cárdenas. Tras dicho hallazgo el académico difundió la información en el libro “La FTEQ en sus documentos (1933-1936).
Otro hallazgo interesante que resalta en la investigación de Soto González es el hecho de que un sindicato de mujeres fue pionero en la organización de trabajadores en la entidad. A principio de la década de los 30, estas trabajadoras, que laboraban en la fábrica de Sombreros Aztlán, formaron el sindicato Unión Profesional de Obreras (UPO) y lucharon de una manera “contundente, fuerte y radical” en contra de la explotación y por un salario justo, pues les pagaban 60 centavos por día. Y por esa lucha fueron despedidas y atacadas no solo por la empresa, sino por el propio gobierno queretano, que las demandó por injurias.
Sorprendió también al escrito el hecho de que el lema de la FTEQ era similar a los de los anarcos sindicalistas: “Por la lucha social”. Aunque, señala, pasado el tiempo esta federación, al igual que la CTM (Central de Trabajadores Mexicanos) fueron absorbidas por el corporativismo, e incluso, dice, la iglesia intentó de usar a la FTEQ.
Para Soto González los movimientos obreros y sindicales de la época eran los que le daban identidad a los barrios más tradicionales de Querétaro. “Lo que he querido es traer a la memoria luchas, vivencias, ideas y cosas que ocurrieron en las primeras organizaciones obreras de Querétaro. Una cosa que me impulsó a hacer esto fue el hecho de que yo nací en un barrio obrero. El barrio de La Cruz. Hace algunos años, unos 40 o 50 años, el barrio de La Cruz, al igual que el de San Francisquito, Santana, la otra Banda, El Cerrito y sobre todo, los lugares como Hércules y La Cañada eran los centros de obreros y estos sindicatos, estos obreros, le daban pertenencia al lugar, le daban un sentido de organización a los habitantes de esos lugares, los arraigaban y ahí empezaron a trabajar y conocerse unos a otros”, comentó durante la presentación que realizó de su publicación (antes de la contingencia sanitaria) en el antiguo recinto de la federación y que hoy ocupa el centro cultural La Casa del Obrero Queretano.
Soto González, sicólogo y profesor universitario fue obrero también, por eso tiene a flor de piel las vivencias de su paso por las fábricas, así como la toma de conciencia como parte de clase trabajadora y la necesidad por transformar sus condiciones laborales. En su tránsito de la fábrica a la academia fue vetado para no trabajar en ninguna empresa, pues por su constante rebeldía lo incluyeron en las “listas negras” y fue “boletinado”, después fue perseguido político y fue obligado a salir de Querétaro por un tiempo, pues pesaba sobre él una orden de aprehensión por delitos que le inventaron. Según cuenta. Inicialmente, fue el cine, con películas como “Tiempos Modernos” de Charles Chaplin, y “Sacco y Vanzetti” de Giuliano Montaldo, después, en la universidad reforzó su ideología.
“De repente, al pasar los años, un día me encuentro una película genial: “Tiempos Modernos” de Charles Chaplin, algunos de ustedes la han de conocer, y ahí van a ver como nuestros movimientos nos encadenaban, nos hacían monótonos, y de repente uno decía: “¿y esto para qué, qué sentido tiene hacer eso, yo para qué hago tantos orificios? Luego el otro compañero, Olimpia, usa limas, camina en la oscuridad y a las 2 o 3 de la mañana parecíamos zombis. Todo eso, después me lo expliqué, porque cuando uno es obrero no se explica muchas cosas, después me expliqué que esa era la explotación, la explotación que uno sufría en carne propia, y de repente, cuando uno ya era un obrero organizado, cuando uno ya era un obrero que estaba en un sindicato, se encontraba con que ese sindicato arreglaba los contratos y nos traicionaba. Y entonces ahora éramos un obrero organizado, pero los dirigentes de los sindicatos estaban en contra de los intereses de la mayoría de los obreros.”