
Redacción Periscopio CDMX
Margo Glantz nació en Ciudad de México en 1930 y su infancia en el Centro Histórico es la médula del libro más luminoso de su vasta bibliografía: Las genealogías, una obra que fue publicada parcialmente por entregas en el diario unomásuno.
Escribir sobre su familia llevó a Glantz a viajar a la Unión Soviética, a finales de 1981, para comprender mejor las razones que llevaron a sus ancestros a dejar Rusia y recalar en el populoso barrio de la Merced. Las genealogías es una obra que ha crecido en el Río del tiempo porque fue publicado, originalmente, en 1981 por Martín Casillas. Luego la SEP lo editó en la Segunda Serie de Lecturas Mexicanas en 1987, con addendas y correcciones escritas en agosto de 1986. Luego, en la edición de Alfaguara de 1997, añadió un post scriptum escrito en junio de 1990.
A la fecha, Glantz no deja de escribir ni de recordar de qué semillas judías proviene. La suya es una Literatura de contagio y de múltiples entusiasmos.

«Me acuerdo de cuando yo era niña: en el valle de México había varios lagos y la ciudad era de verdad transparente. (…)
«Me acuerdo que mi padre usaba sombreros Tardan y una barba al estilo de la que usaba Trotski.
«Me acuerdo que sólo tuve una muñeca en mi infancia. (…)
«Me acuerdo que cuando estudiaba en París hubo una de esas crisis de petróleo que de pronto amenazan al mundo civilizado: se trataba esta vez de la crisis del Canal de Suez, quizá en 1956–; tiritábamos permanentemente de frío en ese período porque se interrumpió la producción de gas mazout, necesario para hacer marchar los radiadores. Me acuerdo también de un día en que frente a un quiosco leía los periódicos donde se daba la noticia de la invasión soviética a Hungría. Una dama produjo un aterrador y único comentario: “¡Zut, plus de beurre!”.
Me acuerdo que cuando tenía quince años leí sucesivamente Palmeras salvajes de Faulkner (traducido por Borges o por su mamá), Crimen y castigo de Dostoiewski y Madame Bovary de Flaubert. No he podido volver a leer ninguno de esos libros, no soporto su final infeliz, escribió Glantz para el portal Traviesa.

Son tantos los premios y distinciones que ha recibido en sus 90 años de existencia. Por ejemplo, hace cinco años fue galardonada con el Premio Iberoamericano de Narrativa «Manuel Rojas» 2015, por un jurado que integraron el salvadoreño Horacio Castellanos Moya y el nicaragüense Sergio Ramírez, entre otros.
La escritora, primera mujer premiada con este galardón, recibió el premio en el Palacio de La Moneda de Santiago de Chile de manos de la Presidenta Michelle Bachelet.

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