Cantos en honor del novelista Carlos Montemayor

Una biblioteca y una exposición fotográfica en el Faro Azcapotzalco, así como un concierto en el Museo de la Ciudad de México, honrarán este viernes la memoria del escritor chihuahuense a 10 años de su muerte

FOTO Los Editores

Redacción Periscopio CDMX

Por el libro de relatos «Las llaves de Urgell», Carlos Montemayor recibió el Premio Xavier Villarrutia en 1971, que fue el primero de los varios que recibió en su carrera literaria. FOTO Cátedra Intercultural Carlos Montemayor

La lucha armada de Lucio Cabañas en Guerrero, en los años setenta, es recreada en la novela Guerra en el paraíso por un autor que jamás ocultó sus simpatías por la izquierda y las literaturas indígenas mexicanas: Carlos Montemayor (1947-2010)

A una década de su partida, este 28 de febrero, la Secretaría de Cultura en Ciudad de México realizará varios eventos para recordarlo.

El primero de ellos será en la Fábrica de Artes y Oficios (Faro) Azcapotzalco Xochikalli (Calle Cananea Lote 4, U.H. El Rosario), donde se inaugurarán a las 13:00 horas una biblioteca comunitaria que llevará su nombre, y una hora más tarde se inaugurará la exposición fotográfica Montemayor converso.

A las 18:00 horas, en el Museo de la Ciudad de México (José María Pino Suárez 30), habrá una mesa redonda que evocará sus diferentes facetas como escritor, activista social y melómano. Por ello se realizará también un recital de piano ya que el mismo Montemayor no era ajeno a los placeres de la música porque él mismo era cantante de ópera aficionado y discos suyos son El último románticoCanciones napolitanas e italianas, y Canciones de María Grever.

En el homenaje la filóloga, investigadora y hermana del autor, Martha Montemayor; el estudioso de la cosmovisión mesoamericana, Alfredo López Austin; y el investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Jesús Vargas Valdés.

Nuestro corazón que no quiere entender

FOTO Sin permiso

Poco antes de la muerte del homenajeado, el politógo Adolfo Gilly se emocionó con un poema que Montemayor escribió y publicó en La Jornada  en honor de su amigo italiano, Tito Maniacco, quien falleciera el 22 de enero de 2010, a los 78 años de edad.

Maniacco, poeta de la ciudad de Udine en la región del Friuli, donde cien mil habitantes viven entre la montaña alpina y el Mar Adriático. Allí fue maestro de primaria y poeta, y, además, militante comunista desde su juventud.

Amaba narrar, hablar de los problemas y también de sí mismo y de sus experiencias. Era además un gran escuchador y poseía el raro don de conocer de inmediato a las personas y por eso en el partido todos lo querían, dijo de él Enrico Chiussi.

Aquel italiano apellidado Maniacco inspiró estos versos porque, sí, Montemayor también era poeta como él:

 

Adiós al poeta Tito Maniacco, de Udine, Italia (1932-2010)

Dicen que el día de ayer mi amigo emprendió un largo viaje.

Sé que los poetas estamos acostumbrados a dilatadas travesías.

A veces las iniciamos desde nuestra mesa, desde la ventana, desde una página en blanco.

Nuestros largos viajes no son para descubrir o conquistar territorios; cuando logramos regresar, a menudo nos damos cuenta de que sólo pudimos comprender los territorios que son nuestros.

No lo hacemos tampoco porque deseemos estar en muchos lugares, salvo en ciertos sitios, en algunos instantes.

No podemos permanecer para siempre en la mujer que hemos amado, en el abrazo del sol y de las tierras que han sido también nuestra familia.

No podemos extender para siempre el brindis con los amigos fraternos y disertadores, que cantan y discuten hasta que despiertan el alba.

Tampoco viajamos para alcanzar el aliento de la poesía que nos guió:

sí para escuchar nuestro corazón, que no quiere entender.

Dicen que mi amigo ha emprendido un largo viaje.

Me imagino que se trata de una nueva jornada hacia la luz.

Una luz ahora lo recibe, lo comprende y le explica cómo somos.

Quizás, tras el túnel de luz que ha recorrido, lo recibe un aliento suave de aurora, acaso un velo gris de silencio, o tal vez un pequeño poblado que está de fiesta.

Me parece ver el pueblo en los valles de los Prealpes.

¿O será en lo alto de las cordilleras del Yang-Tsé?

¿En aquella cadena de montañas, las conocidas como las murallas de Chiang Tsun, donde termina pronto el verano y llegan los vientos fríos del norte, donde las águilas vuelan sobre las cumbres y su vuelo parece un dibujo, se asemeja a un pensamiento?

Quería regresar ahí, acaso.

O posiblemente estamos en la página en blanco de su viaje. Ahí levanta los brazos y nos llama, somos parte de esa fiesta que no termina, parte de ese largo viaje que a cada uno de nosotros nos sigue buscando, nos sigue recibiendo.

Lo distingo allá, a lo lejos.

Levanto la mano para saludarlo.

Pero sé que viaja entre nosotros.

Gilly recuerda en  el portalSin permiso que Maniacco fue enterrado con la bandera del desaparecido Partido Comunista de Italia y en su partida lo acompañaron los versos de Montemayor, con quien tenía varias complicidades literarias.

Maniacco había escrito el prólogo de uno de los libros Montemayor, Los poemas de Tsin Pau (La Cabra Ediciones, 2007)

«Carlos Montemayor alias Tsin Pau se vuelve un poeta chino, tal vez uno de tantos diseminados en la vieja antología de poetas chinos titulada Las trescientas poesías Tang, quizá del gran Tu-fu o del grandísimo Li Po», escribió Maniacco de su amigo mexicano.

Años después la poesía los vuelve a unir, aunque esta vez para despedirse.

«Me conmovió su tersura y su belleza», confiesa Gilly, «y le escribí dos líneas en ese mismo día Carlos: Me gustó mucho tu recuerdo para el poeta de Udine y te lo quería decir. Un abrazo. No disgustaría a la ironía de sí mismo que el propio Carlos solía esgrimir que, ahora en su recuerdo, publiquemos en La Jornada este breve retrato de Tito Maniacco y, una vez más, el poema anunciador que él le dedicó en su partida, junto con las fotos de ambos».

Pasión indígena

Aunque originario de Parral, Chihuahua, siempre se maravilló con la otredad indígena e impulsó su escritura con talleres y ediciones en diferentes tradiciones literarias mexicanas. Por ello recibió el Premio Ciencias y Artes de Yucatán y medalla Yucatán 1993, por su apoyo a la literatura actual en lengua maya. Y de esa fascinación nacieron sus libros Arte y trama en el cuento indígenaArte y plegaria en las lenguas indígenas de México, y La voz profunda: antología de literatura mexicana en lenguas indígenas .

Su inmersión en los años de la guerra sucia contra Lucio Cabañas en Guerrero no se limitó a Guerra en el paraíso porque luego dio a conocer Los informes secretos. (Joaquín Mortiz, 1999) y Las armas del alba (Joaquín Mortiz, 2003), donde el régimen priísta es retratado en toda su criminalidad.

Traductor de antiguos poetas griegos, activista social, simpatizante del zapatismo del Subcomandante Marcos, Montemayorsostenía que la poesía era un milagro eterno.

Redacción Periscopio CDMX/EB (Con información de Sin permiso, Enciclopedia de la Literatura de México y Museo de la Ciudad de México)

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