Redacción Periscopio CDMX
En los años tiernos de la infancia cualquier suceso cambia el rumbo del día. Una sombra se convierte en un nuevo mundo para descubrir. Un sabor nuevo se transforma en una fuente de dudas. Una fuente saltarina es, sin duda, lo más cercano al paraíso sobre todo cuando el calor va arreciando en este febrero que no fue tan loco como otros febreros.
Jaime Boites, de nueva cuenta, captura un instante de felicidad en el Monumento a la Revolución, en el corazón de Ciudad de México. Asiduo degustador de placeres, él posa su mirada en la alegría ajena para demostrarnos que a los niños les basta la sencillez para iluminar su vida.
Que una fotografía brinde esa lección de vida no es tarea sencilla, pero para un cazador de imágenes como Boites es el hálito que le lleva siempre a mirar la ondulante realidad a través de su cámara. Redacción Periscopio CDMX/AMM