
El guionista Han Jin-won (izquierda) y el director Bong Joon-ho (derecha) celebran el Oscar que reicibieron mejor guion original por ‘Parásitos’.
Redacción Periscopio Cancún
Puerto Morelos, Q. Roo, a 9 de febrero del 2020.- Mejor película del año, Mejor director, Mejor película internacional, Mejor guión original retumbaron anoche a escala mundial, desde los premios Oscar de Hollywood, junto con un solo nombre: Bong Joon-Ho. Por donde quiera que exhibe su filme Parásitos, el director coreano arrasa, provoca delirios y devociones y, este domingo, mostró que su país es la nueva potencia cinematográfica del momento.
Antes que él, directores como Lee Chang-Dong, Park Chan-Wook y Kim Ki-Duk han demostrado que en el país asiático se ha desarrollado una cinematografía que rivaliza con la europea y la mexicana que, en los últimos años, parecía haber «colonizado» Hollywood.
Pero este año no brilló México, sino Corea, ¡y de qué manera!
No sólo hizo a un lado a la cinta más estadunidense de las que competían esta noche, Joker de Todd Phillips, por ser nombrada la mejor película sino que su trama refleja el conflicto de clases sociales que se vive en Corea del Sur pulverizó toda la parafernalia de nuevas tecnologías y el discurso antibélico de 1917 de Sam Mendes.
La Academia de Hollywood dejó atrás la prosapia estadunidense y el clasicismo europeo para reconocer una sensibilidad que no es occidental ni clásica, sino oriental y renovadora.
Sea por sus innovadores planos secuencias, sea por sus actuaciones, los diálogos y las locaciones, la banda sonora que es un portento, Parásitos ganó todo lo que podía ganar en cuanto festival cinematográfico se exhibía desde que se estrenó el 30 de mayo de 2019. Como «comedia negra», como «crítica social pura y dura», como cine verité, Parásitos pone en aprietos al cine de super héroes y a los filmes apocalípticos porque, a pesar de la crudeza con la que retrata las brechas entre pobres y ricos, hay un hálito de esperanza en su cinematografía.
Bong Joon-Ho prueba que el amor filial es el eje de todas sus películas. Éste se aprecia en el cuento de hadas, en clave terrorífica y futurística, que es The Host (2006) y en el panfleto ecologista que es Okja (2017). En Parásitos. en cambio, rehuye de la fantasía y se centra en la realidad de un joven héroe que es contratado para dar clases de inglés a la hija de familia de un ejecutivo rico.
Este moderno pícaro, tan común en la cinematografía coreana, aprovecha esta oportunidad para enamorarla, tender trampas a los sirvientes de la mansión y hacer que los corran para luego llevar a a su propia familia porque todos están desempleados. Esa familia pobre llega entonces al paraíso de la joven tonta con padres igual de tontos pero millonarios. Ninguno sabe que están emparentados y es ahí donde emerge la creatividad de los coreanos. Duros de roer con los dineros, cálidos en el paulatino encariñamiento.

Mientras el mundo entero se repone de este sacudidón, Renée Zellweger es considerada la Mejor Actriz de esta ceremonia por su papel en Judy y, desde ya, correrán ríos de tinta por su «resurección» cinematográfica tras un retiro forzado tras fallidas operaciones faciales que la volvieron irreconocible hasta para ella misma.
Joaquin Phoenix, cuyo discurso de agradecimiento fue memoraable, se llevó el Óscar a Mejor Actor por su papel en el Guasón, consolando de alguna manera a la industria fílmica estadunidense que se va preparando, año tras año, a la inevitable aceptación de que Hollywood no está solo en la hechura de grandes cinematografías y que cada vez hay nuevos actores, rivales, competencia y potencias a tomar en cuenta.
Redacción Periscopio Cancún/ST