Arturo Mendoza Mociño
Antes de que Guillermo Arriaga se volviera célebre por ser el autor del guión cinematográfico de Amores perros que catapultó la carrera fílmica de Alejandro González Iñárritu y Gael García Bernal, él escribía y escribía novelas.
La primera de ellas se llamó, con toda la pompa de una novela de caballerías medieval, Relato de los esplendores y miserias del Escuadrón Guillotina y de cómo participó en la leyenda de Francisco Villa, y Planeta la publicó en 1991.
El héroe de la historia no es el Centauro del Norte sino Feliciano Velasco y Borbolla de la Fuente, un abogado regordete y timorato quien al ver el caos revolucionario piensa hacer negocio con los ríos de sangre y perfecciona la guillotina francesa para vendérsela a Villa para que despache lo más rápido posible a sus enemigos y prisioneros.
Villa, encolerizado por la petulancia del abogadillo le paga el invento con su enrolamiento en su ejército de insurgentes. Así, Velasco y Borbolla de la Fuente pasa de ser un inventor a ser un combatiente más. Y como en una ejecución falla su invento termina de cocinero que degüella chivos con la cada vez más mellada reputación y cuchilla.
En clave ibargüengoitiana, por el ácido humor que se despliega en varios pasajes, Arriaga retrata lo que fue aquel mundo disparatado, heroico y cruel al mismo tiempo, de la División del Norte.
La Revolución Mexicana es diseccionada sin solemnidad y con sobrada crudeza. Villa es retratado como un guerrero que siempre se preocupó por tener nuevas armas. Desde esta guillotina que no le funciona como se lo expuso el jurista hasta un nuevo arte que lo hacía lanzar varias cargas de caballería para que una pequeña caja de madera capturara el movimiento de sus jinetes bajo el desconocido nombre de «cinematógrafo».
Los rollos perdidos de Pancho Villa de Gregorio Rocha describe en primera persona la búsqueda de una película desaparecida: The Life of General Villa, producida bajo contrato entre el jefe rebelde mexicano Pancho Villa y la compañía Mutual Film Corporation, en 1914.
Relato de los esplendores y miserias del Escuadrón Guillotina y de cómo participó en la leyenda de Francisco Villa, ahora editado por Norma, anuncia a un narrador que posee agilidad narrativa y que es enemigo jurado de la solemnidad porque aquí el héroe revolucionario es presentado como un pícaro vanidoso y colérico.
Paisaje altamente es deleitable es aquel donde Arriaga describe el encuentro de Villa y Emiliano Zapata donde el primero le presume la arma disuasoria que no dispara balas. A Zapata le encanta tanto la guillotina que le encarga que le fabriquen tres a Velasco y Borbolla de la Fuente en ese momento en que los ejércitos rebeldes entran a Ciudad de México en diciembre de 1914. PERISCOPIO