Así fue cómo la Revolución Mexicana fue traicionada en sus mayores ideales revolucionarios

En "La Revolución interrumpida" de Adolfo Gilly, ahora en edición con el sello Era, se detalla quiénes fueron los generales que traicionaron los ideales sociales del movimiento armando de 1910 y lo que terminó convirtiéndose con el paso de los años

El asesinato de Emiliano Zapata, el 10 de abril de 1919, en Chinameca, Morelos, representa el principio del fin de los cambios sociales que se buscaron el 20 de noviembre de 1910. Los primeros 80 hombres armados que siguieron en un principio a Zapata, en su natal Anenecuilco, pronto se convertirían en centenares demandado respeto a tierras comunales. FOTO: ibasque.com

Arturo Mendoza Mociño

Si en 1936 León Trotsky escribió La Revolución traicionada, en 1971 el politólogo argentino Adolfo Gilly publicó La Revolución interrumpida.
Ambas obras repasan cómo dos procesos revolucionarios, el ruso y el mexicano, son descarrilados por sus mismos hacedores.
Este análisis histórico publicado por Era tiene detrás de sí una historia singular porque su autor, quien goza de saludables 91 años en este momento, escribió su obra durante la reclusión que tuvo en el Palacio Negro de Lecumberri, de 1966 y 1971, porque el gobierno mexicano no permitió que Gilly se sumara a la guerrilla revolucionaria guatemalteca.
El catedrático de la UNAM bosqueja el sistema económico porfirista y cómo sus contradicciones políticas y económicas avivaron  el levantamiento armado que encabezó Francisco I. Madero, al cual siguió una cauda de batallas, asesinatos y extrañas y breves treguas.

La Revolución interrumpida de Adolfo Gilly es uno de los libros que mejor explican las causas y las razones de la violencia bélica que derivó del
levantamiento armado de noviembre de 1910. FOTO: Era

El asesinato de Emiliano Zapata, el 10 de abril de 1919, en Chinameca, Morelos, representa para Gilly el momento en que las causas  populares que animaron a los soldados del zapatismo y del villismo comenzaron a ser relegados por el afán «pacificador» de los revolucionarios  sonorenses encabezados por Álvaro Obregón, quien también terminará muerto en San Ángel, CDMX, el 17 de julio de 1928.
Esa turbulencia histórica, cifrada en un enjambre de balas, determina la dinámica y la sustancia de una revolución que ve caer a cada uno de sus mitos en emboscadas, bajo el pelotón del fusilamiento o perseguidos hasta el cansancio: Francisco Villa es acribillado el 20 de julio de 1923, en  Hidalgo de Parral Chihuahua; Felipe Ángeles recibe la mortal descarga en Chihuahua el 26 de noviembre de 1919; mientras que Venustiano Carranza es cazado
mientras dormía el 21 de mayo de 1920, en Tlaxcaltongo, Puebla.

Adolfo Gilly es catedrático de historia y ciencia política de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. También fue uno de los principales ideólogos del movimiento zapatista en 1994. En la imagen Gilly se encuentra con el Subcomandante Marcos el 2 de mayo de 2015, Cideci-Unitierra, Chiapas. FOTO: Zapatistaorg

De esa manera, Gilly, el historiador incómodo, afirma en su libro que los militares y políticos vencedores de la revoluciónse se enriquecieron de forma inmediata olvidándose de sus tropas y de los ideales de «Tierra y Libertad» de Zapata o de la abolición de latifundios propuesto por Villa.
Aquellos generales vencedores, que fueron aniquilando a los que no pensaban igual que ellos, terminaron siendo los mismos que insitucionalizaron la gesta revolucionaria en un partido político que se llama precisamente así: Partido de la Revolución Institucional, fundado en 1929, hace 90 años. PERISCOPIO

Comments

comments