Arturo Mendoza Mociño
Si en 1936 León Trotsky escribió La Revolución traicionada, en 1971 el politólogo argentino Adolfo Gilly publicó La Revolución interrumpida.
Ambas obras repasan cómo dos procesos revolucionarios, el ruso y el mexicano, son descarrilados por sus mismos hacedores.
Este análisis histórico publicado por Era tiene detrás de sí una historia singular porque su autor, quien goza de saludables 91 años en este momento, escribió su obra durante la reclusión que tuvo en el Palacio Negro de Lecumberri, de 1966 y 1971, porque el gobierno mexicano no permitió que Gilly se sumara a la guerrilla revolucionaria guatemalteca.
El catedrático de la UNAM bosqueja el sistema económico porfirista y cómo sus contradicciones políticas y económicas avivaron el levantamiento armado que encabezó Francisco I. Madero, al cual siguió una cauda de batallas, asesinatos y extrañas y breves treguas.
El asesinato de Emiliano Zapata, el 10 de abril de 1919, en Chinameca, Morelos, representa para Gilly el momento en que las causas populares que animaron a los soldados del zapatismo y del villismo comenzaron a ser relegados por el afán «pacificador» de los revolucionarios sonorenses encabezados por Álvaro Obregón, quien también terminará muerto en San Ángel, CDMX, el 17 de julio de 1928.
Esa turbulencia histórica, cifrada en un enjambre de balas, determina la dinámica y la sustancia de una revolución que ve caer a cada uno de sus mitos en emboscadas, bajo el pelotón del fusilamiento o perseguidos hasta el cansancio: Francisco Villa es acribillado el 20 de julio de 1923, en Hidalgo de Parral Chihuahua; Felipe Ángeles recibe la mortal descarga en Chihuahua el 26 de noviembre de 1919; mientras que Venustiano Carranza es cazado
mientras dormía el 21 de mayo de 1920, en Tlaxcaltongo, Puebla.
De esa manera, Gilly, el historiador incómodo, afirma en su libro que los militares y políticos vencedores de la revoluciónse se enriquecieron de forma inmediata olvidándose de sus tropas y de los ideales de «Tierra y Libertad» de Zapata o de la abolición de latifundios propuesto por Villa.
Aquellos generales vencedores, que fueron aniquilando a los que no pensaban igual que ellos, terminaron siendo los mismos que insitucionalizaron la gesta revolucionaria en un partido político que se llama precisamente así: Partido de la Revolución Institucional, fundado en 1929, hace 90 años. PERISCOPIO