El antiguo templo de San Agustín, ubicado en la esquina de Uruguay e Isabel La Católica, fue uno de los inmuebles de mayor valor arquitectónico, que albergó obra artística y literaria. Inicialmente fue un importante centro de estudios de carácter religioso, pero con el gobierno de Benito Juárez fue secularizado y se convirtió en la sede de la Biblioteca Nacional de México. Se construyó en 1587, por integrantes de la orden Agustina, quienes dieron una larga batalla, primero para obtener un espacio donde establecerse en la Nueva España, logrando sólo la concesión de un terreno pantanoso, no apto para la construcción; pese a eso y las grandes sumas de dinero que tuvieron que invertir para que el inmueble no se hundiera (tuvieron que desecar el pantano y hacer una cimentación especial) los agustinos construyeron un convento majestuoso, que abarcaba una manzana entera.
El convento estaba integrado por un claustro con dos capillas laterales. Se dice que había un trono de plata maciza y las lámparas y candiles eran de un alto costo. Las capillas laterales servían como nichos; personajes distinguidos de la época fueron enterrados ahí. Ese esplendor duró menos de un siglo, pues en 1676 se registró un incendio durante una celebración religiosa que duró tres días. Pero los agustinos no se dieron por vencidos y de inmediato se avocaron a recolectar fondos para su reconstrucción.
Para 1692, el nuevo templo quedó listo, colocándose nuevamente entre los más suntuosos. Con un estilo renacentista, el edificio quedó integrado por tres naves y cuatro capillas. En la fachada se realizó un relieve de San Agustín. Al interior de las capillas se encontraban pinturas de Cabrera, Zurbarán, Arteaga, Alcíbar y Villalpando. La sillería del coro fueron labradas en nogal representando 254 pasajes del Antiguo Testamento. Todo esto fue enviado a la Academia de Bellas Artes luego de que las Leyes de Reforma expropiaran los bienes de la Iglesia. El convento fue demolido, fraccionado y vendido en lotes, donde se construyeron viviendas. El inmueble fue intervenido para darle un estilo civil. Por otra parte, la biblioteca de los agustinos, que poseía una colección de libros de pergamino con cubiertas de madera de cedro, forradas de vaquetas y adornadas en algunos casos, con cierres, emblemas y otras aplicaciones de bronce, quedó abandonada y dañada por una inundación.
En 1867, Benito Juárez estableció por decreto presidencial que se fundara la Biblioteca Nacional de México en las instalaciones del ex templo de San Agustín, la cual fue inaugurada hasta el 2 de abril de 1884. Con la crisis revolucionaria, el gobierno puso el inmueble y su acervo en resguardo de la UNAM, y en 1929 quedó como parte integrante de la Máxima Casa de Estudios, año en que también obtiene su autonomía. En 1979, la Biblioteca es trasladada del Templo de San Agustín a Ciudad Universitaria. Los hundimientos diferenciales que afectaron al inmueble desde su creación han continuado; pero hasta inicios del presente siglo es que se ha trabajado en su rehabilitación. Actualmente el edificio se encuentra en remodelación, desde afuera se puede ver el jardín y la estatua de Alexander von Humboldt, junto con los bustos de Tezozomoc, Manuel Carpio, Lucas Alamán, Nezahualcóyotl, Francisco Javier Clavijero, Leopoldo Rio de la Loza. Aunado a las 16 esculturas que le fueron colocadas en el interior en la época del porfiriato, como Homero, Confucio, San Pablo, Copérnico y Descartes. La Biblioteca Nacional de México conmemoró el pasado 6 de agosto sus 85 años bajo la custodia de la UNAM.