Por René Reyes
El popular actor mexicano, Mario Moreno “Cantinflas” fue aventurero desde chiquillo, cuentan que en sus años mozos trabajó de lavavasos en la legendaria cantina La Vaquita, ubicada en la esquina que conforman las calles de Isabel La Católica y Mesones. Como a veces le daba por vagabundear y no tenía donde dormir, le pedía al dueño del establecimiento que le diera “chance” de dormir ahí; a cambio, él cuidaba el local. La barra de la cantina le servía como cama a “Cantinflas”, según los relatos de los empleados de La Vaquita que convivieron con quien posteriormente se convertiría en uno de los actores más reconocidos de México, de fama internacional. Dichos relatos se han ido difundiendo a través del tiempo entre cada uno de los meseros que llegan a trabajar a la emblemática cantina. “Cantinflas” creció en el barrio de Tepito, pero por lo visto, sus andanzas se extendían hacia el Centro Histórico. Apodado “El Chato”, Mario Moreno siempre fue inquieto, con apenas 16 años intentó enrolarse en las filas del Ejército Mexicano, mintiendo sobre su edad, su padre tuvo que intervenir revelando su verdadera edad para que lo dieran de baja.
También intentó cruzar la frontera de México con Estados Unidos ilegalmente, pero no lo logró. Posteriormente, probó con el boxeo, pero fue noqueado en la primera pelea y se retiró de esa profesión. Fue en la carpas donde encontró su camino, donde forjó las tablas de actor y desarrolló su particular estilo que lo llevó a la cima de la fama, hasta ser comparado con Charles Chaplin, quien, por cierto, le hiciera un reconocimiento público. Salvador Matamoros Cervantes, quien tiene seis años trabajando como mesero en La Vaquita, nos compartió un poco de las anécdotas que se conocen entre sus compañeros sobre el paso de “Cantinfl as” por La Vaquita. “Según nos cuentan, los que han trabajado anteriormente aquí, ‘Cantinflas’, en sus años mozos, él trabajó aquí, como ayudante de barra, inclusive, se quedaba a dormir aquí. Era como tipo lavavasos, y ya posteriormente, como no tenía donde ir a dormir, se quedaba aquí, era como velador. Fue en los años mozos de Cantinflas, a lo mejor cuando tenía 16, 17años”.
Detalla que La Vaquita tiene 102 años, y es una de las cantinas más viejas de la zona, después de El Nivel, que fue la cantina más antigua del Centro, (sus instalaciones fueron cerradas y expropiadas por la UNAM hace algunos años). “Ésta (La Vaquita) es una de las más viejas que todavía existen, tiene su tradición”, asegura Matamoros. “El nombre de La Vaquita…aquí arriba, en el primer piso, había un periódico que se llamaba El Comunista y nos cuentan nuestros compañeros que estuvieron aquí, o clientes que ya son de años, que el nombre de La Vaquita nació porque bajaban todos los editorialistas, escritores, todo eso, bajaban a comer, enton’s, a la hora que pagaban, que pedían la cuenta, se les ponía la cuenta en la mesa y decían: la cuenta es tanto, vamos a hacer la vaquita para pagar. De ahí nació el nombre de La Vaquita”.
Sobre “Cantinflas”, abunda: “No vivió en el Centro, como no tenía donde vivir, vivía en la calle… no era indigente, andaba buscando donde quedarse, entonces, vino aquí, pidió trabajo y se la dieron de lavavasos. A lo mejor ahí ya pintaba para actor porque dijo: ‘oiga, pero que cree, que yo no tengo donde quedarme, deme usted chance de quedarme aquí… cualquier cosa, con su humor tan característico de él. Le decía (el dueño) a ver, pero te quedas aquí a dormir, y se quedaba aquí, Después de que terminaba sus labores y se cerraba el local. Él ya se quedaba aquí, como velador. En la mañana llegaban y él salía, y en la tarde entraba otra vez, haga de cuenta como un empleado. Llegaba aquí a tales horas, trabajaba y en la noche se quedaba de velador”. El amable mesero asegura que ha venido gente de otras partes del mundo: alemanes, franceses, sudamericanos, a La Vaquita, atraídos por la estancia de “Cantinfl as” en el lugar, y que además la anécdota ha sido portada de diferentes revistas del extranjero. “Tiene su tradición esta cantina, se ha hecho famosa, más que nada por eso, la tradición es que aquí trabajó “Cantinflas”, y sí trabajó “Cantinflas” aquí, no es un mito, es una realidad. “Cantinflas” se dormía en la barra”, finaliza.