Por: Elena González
Las producciones independientes o alternativas han sido un motor de evolución en la historia de la música. Se sabe que muchos cantantes, bandas, e incluso géneros, iniciaron en espacios muy marginales y terminaron siendo todo un fenómeno, a veces mundial. La audiencia siempre está ávida de la música propositiva, que vaya más allá de la oferta prefabricada que ofrece la industria discográfica establecida, generalmente lineal, de poca calidad y vacía de contenido social o cultural, por eso siempre agradece las tendencias musicales que sean innovadoras y conceptuales.
Un ejemplo es el movimiento Indie -que algunos ubican como un género-, el cual se ha posicionado más allá de los espacios subterráneos y poco concurridos. Muchas de las producciones musicales indie se escuchan ya en varias frecuencias de la radio y en foros o antros que son bastante concurridos; sin embargo, hay toda una discusión sobre la corriente o estilo Indie. En sentido estricto no se puede definir como un género, pues incluye a diferentes corrientes como el rock, pop, ska, hip hop, tecno, folk, etcétera.
En realidad, lo experimental es una de sus características, y en esta corriente son comunes las mezclas de sonidos. Para muchos, lo indie es sinónimo de alternativo, representa una posición social y cultural. Pero, aunque su esencia es contracultural, también se ha vuelto una moda que ha desarrollado una parafernalia mercadotécnica.
Las nuevas tecnologías facilitan e incrementan los canales de difusión para los músicos independientes, éstas también han formado a un público más activo, que ya no están a la espera de que los promotores les acerquen la música que ignora la mercadotecnia discográfica. En la web tenemos acceso a una infinidad de videos y discos de corrientes musicales, cantantes y bandas, que no circulan por el mercado establecido.
La relación entre los músicos independientes o sus disqueras y su público sigue siendo el mismo de toda la vida: el contacto directo entre el músico y sus seguidores, sin intermediarios. De hecho, los músicos independientes se hacen en la calle; tienen que recorrer mucho camino en los foros, en conciertos en vivo, antes de tener acceso a las fi rmas discográfi cas. Mientras los sellos independientes se rigen por la autogestión, promueven sus producciones a través de ferias, muestras, conciertos masivos, y ahora, tiendas virtuales. Aunque no están a salvo de la piratería, los precios accesibles de sus productos los hacen menos vulnerables a ésta.
En México han proliferado las disqueras independientes: Danger corp, Molécula records, Veneno records, BamBam records, Retroactivo, Grabaxiones Alicia, Iguana Records, Noise Kontrol, Indie Rocks, Isotonics Records, PP Lobo Records, Discos Tormento, Estridencia Latina, Intolerancia, Terrícolas Imbéciles, Nacional Records, etc. (Opción Sónica, Pentagrama y Discos Manicomio fueron las primeras que empezaron a abrir brecha en cuestiones de rock alternativo y música del mundo).
En el país, los pequeños sellos han tenido una participación activa en el desarrollo de las nuevas propuestas musicales. De acuerdo con datos de la empresa Terra Networks, publicada por el diario Milenio, la venta de música en línea ha paleado los efectos de la crisis que enfrenta dicha industria en México desde hace cinco años.
La información refiere que el año pasado se obtuvo 590 millones de pesos por descargas de música en línea, lo cual se tradujo en un aumento de 54.3%, respecto a lo reportado el año anterior. Señala que, de acuerdo con un estudio realizado por la Federación Internacional de la Industria Fonográfi ca, 80% de los ingresos por descargas en línea en América Latina de la industria musical, provienen de México y Brasil.