Por: Ruth Betancourt
Un pintor develado a través de la lente de un fotógrafo. Este potencial encuentro sólo logró suceder entre uno de los mejores pintores del mundo y un privilegiado fotógrafo, quien capturó las miradas aterrorizadas por la guerra. El resultado de este explosivo encuentro se expone temporalmente en el museo del Palacio de Bellas Artes. “El pintor más famoso del mundo abre su casa, su estudio, y deja su impronta en el papel fotográfi co en bellas imágenes en blanco y negro”
En una grandiosa exposición de fotografías en blanco y negro que el fotógrafo David Douglas Duncan tomó durante 17 años al pintor Pablo Picasso en diversas tomas: en su casa, en su cotidianidad, en su vida como hombre, como padre, como amante… como pintor refl exivo.
Entre los claroscuros de la lente fotográfi ca, entre la vida cotidiana y el momento creativo de Picasso, Duncan intenta captar la esencia del pintor, la esencia del arte, la atmósfera de la creatividad. No son sus pinturas a través del cual nos acercamos hoy a Picasso, es través de la medición de un prisma entre dos artistas.
La fotografía a colores no permite acceder al tema, ni conocer la dimensión, ni atrapar la emoción. Únicamente la fotografía en blanco y negro accede a la verdad, a la esencia de la imagen. La mirada de Duncan y la lente monocromática conquistaron la esencia de la creatividad del pintor. Duncan nos muestra, en blanco y negro, al mejor pintor de su tiempo, al hombre que jugaba con los niños con instrumentos musicales, con máscaras y antifaces; al hombre que amaba a mujeres maduras y jóvenes adolescentes. Picasso se deja atrapar por el lente fotográfi co y sin ambages, esquivos ni ambigüedades, nos muestra el cuerpo desinhibido, su cuerpo de hombre maduro, su desnudez, sus dudas, su mirada profunda e inquietante, comparada -por Duncan- sólo a la estrujante mirada de los soldados que olían la muerte y quizá también la vida. Todo esto es el alma del pintor, o quizá apenas una parte.
Entre el fotógrafo monocromático y el pintor que gustaba de los colores y fi guras geométricas, se construyó una enigmática relación, entre ellos no se hablaban (ambos hablaban diferentes idiomas) sin embargo, se entendían a partir de la mirada, y a partir de esa misteriosa manera de comunicarse entre dos artistas aparecieron más de 15 mil fotografías que reveló Duncan mientras, Picasso continuaba pintando y que durante este tiempo el artista se expresó en casi 100 cuadros y otras piezas de arte, a algunos de esos cuadros y expresiones artísticas tendremos la oportunidad de colocarnos muy cerca de ellos: dibujos en acuarela, grabados, esculturas, litografías, así como cerámicas. Entre las fotografías en blanco y negro de Duncan y la obra artística del pintor podremos aproximarnos a las pasiones de Picasso.
¿Cómo descubre un pintor la esencia del proceso creativo? ¿En qué piensa un pintor? ¿En sus cuadros, en los colores, en su vida, en el amor, en las mujeres, en el sexo? Se preguntaba Duncan, nunca le respondió Picasso, éste le hablaba de sus cuadros, de los colores, de lo que signifi caban. Entre los colores de las pinturas de Picasso y los claroscuros de las fotografías de Duncan surgen más enigmas del genio de Picasso. Pero la búsqueda de respuestas pierde sentido, cuando un estremecimiento bordea los sentidos marcados por ambas miradas: La mirada de dos hombres: Un pintor y un fotógrafo.
Dos hombres: un pintor, un fotógrafo “Picasso revelado por David Douglas Duncan” permaneció hasta el 20 de julio en la Sala Nacional del Museo de Bellas Artes.